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Los 22.263 colegios electorales, que abrieron en a las 07:00 locales (05:00 GMT), cerrarán sus puertas a las 21H00.
Los medios locales señalaron algunos incidentes aislados, como la falta de urnas en algunos lugares o el hecho que algunos agentes electorales llevaran camisetas del partido dominante.
Más de 25,3 millones de electores deben elegir a los 400 diputados del país, quienes a su vez designarán al próximo jefe de Estado el 21 de mayo. A sus 72 años, el presidente Jacob Zuma debería obtener un segundo mandato de cinco años.
Frente a un colegio electoral de Soweto, a apenas 300 metros de la antigua casa del difunto expresidente Mandela, una veintena de personas aguardaban desde las 06H30 de la mañana local para poder votar en cuanto abrieran.
“Voy a votar por el ANC a pesar de sus errores. Estoy orgulloso del ANC, ha hecho mucho por nosotros y hay que darle la oportunidad de avanzar, de crear empleo”, dijo orgulloso Benedict Molefe Tuge, un empleado de restaurante de 48 años, padre soltero de dos hijos.
Hasta el último momento, las autoridades hicieron llamamientos a la calma en un país en el que a diario se registran manifestaciones violentas en los barrios más pobres, generalmente para protestar por la mala calidad de los servicios públicos, como el suministro de agua y de electricidad.
En la noche anterior a la votación, hubo disturbios en el barrio de Bekkersdal, cerca de Johannesburgo. Tres colegios electorales fueron incendiados, según la radio de información 702.
Al amanecer, una docena de mujeres cantaban y bailaban sobre las ruinas de estos colegios exigiendo poder votar, mientras blandían sus documentos de identidad.
“Estoy aquí para votar por mi futuro. No me importa lo que pasó aquí ayer. No voy a dejarles que me impidan” votar, declaró Nosihle Zikalala ante una carpa erigida precipitadamente para albergar un colegio electoral.
“Las elecciones del 7 de mayo son unas de las más disputadas de los últimos 20 años”, señaló la politóloga Lizette Lancaster, del ISS (Institute for Security Studies), “y se espera que el ANC pierda terreno”.
Los sondeos predicen un retroceso del ANC a alrededor de 60%, contra 65,9% en 2009. Se espera que esta caída beneficie principalmente al partido de oposición liberal Alianza Democrática (DA), que cuenta con un 20% de intención de voto.
Las miradas se centrarán también en el resultado del partido populista de Julius Malema, los Combatientes por la Libertad Económica (EFF) , recién llegado a la política sudafricana.
Aboga por la nacionalización de los bancos y las minas, la expropiación sin indemnización de los grandes terratenientes blancos y una redistribución radical de la riqueza.
En los últimos años se hicieron sin embargo muchos progresos. 96% de los hogares tienen ahora acceso al agua potable -contra 62% en 1994-, 87% a la electricidad (antes 58%), la tasa de criminalidad -que sigue siendo altísima- ha caído, hay menos townships y ha emergido una clase media negra.
Pero la Sudáfrica postapartheid es todavía un país profundamente desigual, donde los blancos ganan en promedio seis veces más que los negros, están menos afectados por el desempleo (menos de 7% contra más de 28% para los negros) y continúan teniendo un mejor acceso a una educación que para la mayoría es todavía muy mala.
El primer quinquenio de Zuma estuvo marcado por los escándalos, el último en torno a la renovación de su residencia privada de Nkandla (este) a costa del contribuyente.
Además, el jefe de Estado tiene para muchos las manos manchadas de sangre desde que la policía abrió fuego contra unos huelguistas en la mina de Marikana (norte) en agosto de 2012, con saldo de 34 muertos. Pero para numerosos negros sudafricanos -80% de la población del país-, el ANC será siempre el partido que les liberó del apartheid.
La formación dominante trata de capitalizar en estos comicios la imagen de su más ilustre dirigente, Nelson Mandela, fallecido en diciembre. “Sigamos sus pasos”, exhortan grandes anuncios publicitarios.
“Hazlo por Madiba, vota ANC”, rezan otros carteles refiriéndose al héroe nacional por su nombre de clan.