Al término de más de una hora en la sede de la institución monetaria, el ministro de Finanzas Yanis Varoufakis se declaró “optimista ante el futuro” tras mantener una discusión “fructífera” con el presidente del BCE, Mario Draghi.
El BCE es fundamental en la carrera contrarreloj de las flamantes autoridades griegas para evitar la quiebra del país heleno. En una entrevista al semanario alemán Die Zeit publicada este miércoles, Varoufakis admite que Grecia es un “Estado en quiebra”.
“Soy el ministro de Finanzas de un Estado en quiebra”, reconoció el responsable de sacar a Grecia del atolladero en el que se encuentra desde 2010.
“El BCE tiene que apoyar nuestros bancos para que podamos mantener la cabeza fuera del agua”, suplicó Varoufakis, uno de los principales actores del nuevo gobierno de Alexis Tsipras, cuyo partido de izquierda radical Syriza, dio un vuelco histórico en las elecciones del pasado 25 de enero.
Los bancos griegos son los principales compradores de deuda griega, con la que el país se financia a corto plazo.
El BCE es el principal grifo de los bancos griegos mediante dos mecanismos de préstamos - uno “ordinario” condicionado al programa internacional de ayuda concedido a Atenas y otro de emergencia-.
Grecia tuvo que pagar este miércoles un rendimiento más alto que en la última emisión de deuda. Se trataba de la primera emisión de deuda del gobierno de Tsipras, que contó con menos inversores.
Según el Financial Times, el BCE, cuyo consejo de gobernadores se reúne en la tarde del miércoles, es reacio a aumentar el techo de las garantías que acepta a cambio de estos préstamos, que darían cierto alivio a Grecia en los próximos meses.
Atenas reclama una “financiación puente” hasta el 1 de junio, dijo Varoufakis al Die Zeit. Para entonces, espera haber llegado a un acuerdo con sus socios europeos sobre el futuro de la deuda y una eventual nueva ayuda. El programa actual vence a final de mes.
Para Christian Schulz, economista de Berenberg, no es fácil que Draghi ceda a las demandas griegas. “El mensaje será claro, sin un acuerdo con la zona euro, el BCE no podrá seguir apoyando a los bancos griegos con liquidez”, según él.
Los mercados parecen darle la razón, las Bolsas europeas, que cerraron con subidas el martes, operaban en rojo al final de la mañana.
Varoufakis reconoció al salir del encuentro con Draghi “las obligaciones, las reglas, las regulaciones y el proceso” del BCE para la concesión de ayudas, dando a entender que no parece dispuesto a incumplirlas.
En Bruselas, el primer ministro griego, Alexis Tsipras, se reunió también este miércoles con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y con el del Consejo Europeo, Donald Tusk. Después viajará a París para reunirse con el presidente francés François Hollande.
Al final del encuentro con las autoridades europeas, Tsipras manifestó su optimismo para llegar a un acuerdo con la UE que saque a Grecia del precipicio.
Tspiras y Varoufakis, que tratan de convencer a la zona euro para que le alivien el enorme peso de la deuda - 175% del PIB- y reorientar la política económica de Europa, estuvieron en Roma el martes en el marco de una gira que había llevado al ministro de Finanzas a París y a Londres.
El titular de Finanzas tiene previsto reunirse el jueves con su homólogo alemán, el hueso más duro de roer, Wolfgang Schäuble.
Este será el primer contacto bilateral directo entre Berlín y el nuevo gobierno de Atenas.
El ministro, que ha recibido un espaldarazo del presidente estadounidense Barack Obama, prometió poner sobre la mesa la semana próxima sus propuestas concretas en la reunión del Eurogrupo, el miércoles próximo.
Entre otras medidas, Atenas propone canjear una parte de su deuda en circulación contra obligaciones indexadas al crecimiento de la economía griega.