Fue en una entrevista publicada en la página web de Radio Vaticano al cumplirse mañana un año de la renuncia del pontífice alemán.
El portavoz vaticano explica que en ningún momento hubo temores sobre la situación que se creó por la convivencia de dos papas en el Vaticano, ya que “la cuestión es que el papado es servicio y no poder”.
Y agregó que “existe una solidaridad espiritual profunda entre los dos servidores de Dios pues ambos buscan el bien del pueblo de Dios en el servicio del Señor”.
Lombardi recuerda que Francisco y Benedicto XVI ha tenido varios encuentros y que “uno ha ido a casa del otro y viceversa” y que además se han mantenido en contacto a través del teléfono o mediante mensajes.
“Una relación normal y de solidaridad. Me parece que es algo muy bello para todos cuando vemos esas raras imágenes de los dos papas juntos, que rezan juntos. Es una señal muy bella y que da ánimos, sobre la continuidad del ministerio petrino al servicio de la Iglesia”.
Sobre cómo vive actualmente Benedicto XVI, de 86 años, retirado en la residencia Mater Ecclesiae, inmersa en los jardines de la Ciudad del Vaticano, Lombardi explicó que el papa emérito se dedica ante todo a orar.
El papa alemán “siempre ha sido un hombre de oración en toda su vida y deseaba, probablemente, tener más espacio para vivir esta dimensión de oración con totalidad y profundidad. Y ahora dispone de ese tiempo”.
El portavoz jesuita puntualizó que, aunque vive en un modo “discreto” sin una “vida pública”, ello no significa que “viva aislado”, pues realiza la actividad normal de una persona anciana y de un religioso.
“Una vida de oración, de reflexión, de lectura, de escritura, en el sentido que responde las cartas que le envían, pero también recibe personas que le son cercanas y con las que considera útil dialogar y que además le piden consejo o cercanía espiritual”, añadió el portavoz.
Lombardi relató también que cuando se le encuentra “da la impresión de una gran serenidad espiritual” y que ha conservado “esa sonrisa que todos conocíamos”.
Sobre el alcance de la decisión de su renuncia, aquel 11 de febrero de 2013, Lombardi la definió como “un gran acto de Gobierno y una decisión tomada libremente, que incidió en la situación e historia de la Iglesia”.
Lombardi explicó que esta decisión Benedicto XVI la tomó “con una gran preparación desde el punto de vista de la reflexión y la oración y con gran valor porque, efectivamente, al ser una decisión inusual podrían haber surgido problemas o dudas sobre su significado, consecuencias para el futuro o cómo lo recibiría el pueblo de Dios o la opinión pública”.
En realidad, Lombardi recordó que quien acompañaba a Benedicto XVI sabía que estaba reflexionando sobre la renuncia, como lo había desvelado en una entrevista al periodista Peter Seewald,
El responsable de la oficina de prensa de la Santa Sede añadió que la fe con la que se preparó Joseph Ratzinger para este momento “le dio la serenidad y la fuerza necesaria para llevarla acabo”.