En absoluto: el dirigente norcoreano hizo claramente saber que el arma atómica era la “firme garantía de que nuestros descendientes podrán disfrutar de una vida lo más digna y feliz posible”.
Pyongyang se reserva asimismo el derecho de usarla en caso de “amenazas o provocaciones nucleares” contra el país. “No veo en qué la declaración norcoreana constituye un paso hacia la desnuclearización” destaca Christopher Green, del centro de análisis de conflictos International Crisis Group. Más bien la considera como una “moratoria de los ensayos”.
El anuncio tiene lugar a menos de una semana de una cumbre intercoreana y antes de una posible cumbre histórica entre Kim y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en principio a inicios de junio. Se produce tras la ofensiva de encanto de Corea del Norte en los Juegos olímpicos de Pyeongchang en Corea del Sur, que originó el acercamiento entre ambas Coreas. Además, Kim anunció en noviembre Corea del Norte era una potencia nuclear.
Corea del Norte cree que los progresos tecnológicos logrados en 2017 la sitúan en posición de fuerza para negociar. Pero los analistas creen que Kim ha quedado también impresionado por la belicosa retórica de Trump, y que las sanciones económicas tienen un impacto cada vez mayor en la economía del país.
El anuncio del fin de los ensayos nucleares, exigido desde hace tiempo por Washington, será percibido como una marca de confianza. Corea del Norte “desea que la cumbre se celebre y, si fracasa, mostrar que puede ser razonable” según Jon Wolfsthal, director del Nuclear Crisis Group.
Donald Trump advirtió la semana pasada que anularía la cumbre con Kim si no se anunciara fructífero. Si hubiera acuerdo, en cambio, es muy difícil imaginar cómo sería y las garantías que tendría.
Los ensayos nucleares norcoreanos han sido llevados a cabo –todos menos uno– en el sitio nuclear de ensayos de Punggye-ri al noreste del país, bajo el monte Mantap. Pero su anunciado cierre no excluye la utilización de otros sitios, ni siquiera de ensayos en la atmósfera, explica un experto del MIT, Vipin Narang. Pero la intención de “garantizar de forma transparente” el fin de los ensayos es significativa, según David Albright, experto del Institute for Science and International Security. “La transparencia, si es sincera, es una concesión determinante”.
Los especialistas consideran la energía generada en el último ensayo nuclear norcoreano, en septiembre 2017, en 250 kilotones, es decir 16 veces la bomba que arrasó Hiroshima en 1945.
En 2016, Seúl consideraba que su vecino del norte tenía suficiente plutonio para fabricar diez bombas atómicas. Pero subsisten interrogantes sobre la capacidades del régimen norcoreano en lo referente a la identificación de blancos, la miniaturización de cabezas nucleares o sobre el reingreso en la atmósfera de los misiles, tres asuntos que Corea del Norte asegura controlar.