Cerca de Girona, la ciudad del expresidente independentista catalán Carles Puigdemont, un grupo de ochenta personas vestidas con monos blanco y mascarillas se pasó la noche del martes al miércoles retirando estos lazos de barandillas, fachadas o señales de tráfico, según las imágenes difundidas por varios medios españoles.
“Fuimos a tres pueblos y en total llenamos entre 18 y 20 bolsas de basura de plástico amarillo. En total serían entre 100 y 120 kilos”, explicó a la AFP José Casado, portavoz de los autodenominados Cuerpos de Brigada de Limpieza.
En una región fuertemente dividida, especialmente tras la fallida declaración de independencia de octubre, estos grupos surgieron en los últimos meses para contrarrestar las campañas separatistas que han teñido de amarillo amplias zonas de Cataluña.
Desde el encarcelamiento o la marcha al extranjero de varios líderes implicados en el intento de secesión, los independentistas llenaron de lazos de plástico amarillos calles enteras, puentes, fachadas de edificios o incluso monumentos, como la muralla romana de la ciudad de Tarragona.
También los pintaron en paredes, carreteras y mobiliario urbano o convirtieron algunas playas de la región en cementerios de cruces amarillas que querían simbolizar la muerte de la democracia en España.
Los lazos también lucen en algunos ayuntamientos, en las solapas de sus militantes o incluso en los asientos vacíos del Parlamento catalán de los diputados encarcelados o exiliados. Incluso, los miembros del gobierno regional de Quim Torra posaron junto a un lazo amarillo gigante durante una de las conmemoraciones del aniversario de los atentados yihadistas de 2017.
“Cada uno en su casa puede poner lo que le dé la gana, pero los espacios publicos son de todos”, protesta Casado. Pero “ellos ocupan los espacios a modo de imposición”, añade. Partidos de derecha españoles celebraron estas iniciativas, especialmente Ciudadanos (centroderecha) , el más votado en Cataluña, que había lanzado la campaña “¡Quitemos los lazos amarillos!”.
Sus líderes nacional y regional, Albert Rivera e Inés Arrimadas, recorrieron este miércoles un pueblo de mayoría independentista sacando estos símbolos y lanzándolos en bolsas de basura, y por la tarde participarán en una manifestación en Barcelona en contra de los lazos.
Los independentistas aseguran que utilizar el espacio público para sus consignas forma parte del “debate de ideas” de una democracia y arremeten contra sus contrarios. “Poner lazos o cualquier cosa es un acto de democracia. Sacarlos es limitar la libertad de expresión” , argumenta a la AFP el vicepresidente de la influyente asociación ANC, Pep Cruanyes.
“Si no les gustan nuestros símbolos, que salgan y cuelguen otra cosa”, afirma. El presidente regional Quim Torra pidió a la policía actuar contra “los grupos agresivos que quieren asustar a los activistas por la libertad de los presos” en un artículo titulado “Como un solo pueblo contra el fascismo”, que despertó fuertes críticas entre la oposición.
La discordia ha generado incidentes violentos en los últimos meses en los que incluso intervino la policía, aunque en sentidos opuestos. La policía nacional, dependiente de Madrid, arrestó este miércoles un hombre acusado de haber agredido a una mujer que retiraba lazos. Por contra, la policía regional, dependiente del gobierno catalán, detuvo a un “unionista” que quitaba lazos por amenazar a dos personas con un cuchillo e identificó a otro grupo mientras cortaban estos símbolos con cúteres.
Atendiendo la denuncia de una plataforma unionista que acusaba esta actuación de “arbitraria” y “discriminatoria”, la fiscalía superior de Cataluña abrió una investigación contra el cuerpo policial regional. Ante los intentos de uno y otro bando de criminalizar al contrario, la fiscal general del Estado María José Segarra aseguró recientemente que “no hay delito alguno ni en quitar ni en poner” lazos.