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Eran cerca de las 22:00 en Francia. En el “Stade de France”, recinto deportivo ubicado en Saint Denis, un municipio colindante con París, el estadio más grande del país e inaugurado durante el mundial de 1998, miles de personas asistían al partido amistoso entre Francia y Alemania. Entre los asistentes se encontraba el presidente francés, François Hollande.
Francia iba ganando y el partido se desarrollaba sin mayores inconvenientes. Pero la cuestión cambió en cuestión de segundos. En pleno encuentro, una fuerte explosión estremeció a todo el estadio y la conmoción se apoderó de los presentes.
A escasas dos cuadras del estadio, un coche bomba había explotado frente a un local de la cadena de comidas rápidas McDonalds. Casi al mismo tiempo, dos bombas estallaban en diferentes puertas del Stade de France. Como consecuencia, al menos unas 40 personas perdieron la vida y decenas resultaron heridas.
Hollande fue el primero en ser evacuado. Mientras las fuerzas del orden trataban de cumplir con el proceso para vaciar el estadio, miles de fanáticos, confundidos y atemorizados, terminaron ingresando al césped del campo de juego.
Según confirmaron fuentes policiales citadas por diversas agencias internacionales, al menos dos de las explosiones fueron realizadas en atentados suicidas.
En otros puntos de París, el terror también se hacía presente. Hombres armados con fusiles protagonizaron al menos seis tiroteos en varios distritos de la capital francesa. El más grave ocurrió en la conocida sala de fiestas Bataclan, situada en el número 50 del Boulevard Voltaire, el eje principal del XI distrito parisino, donde fallecieron cerca de 20 personas.
Bataclan es una sala de espectáculos construida en la segunda mitad del siglo XIX por Charles Duval y cuenta con capacidad para 1.500 personas. En el interior, los terroristas retuvieron a al menos un centenar de rehenes.
Había pasado ya una hora desde que los ataques simultáneos se iniciaron y en las calles colindantes al Bataclan se seguían registrando tiroteos.
Según relató un testigo a la cadena internacional CNN, los terroristas habían estado matando “uno a uno” a quienes quedaron como rehenes en el interior del teatro. Se trata de un periodista radiofónico, Julian Pearce, que explica haber oído disparos de armas de fuego durante al menos diez minutos, antes de lograr salir del teatro.
Otro testigo relató que los terroristas “mataron a sangre fría a muchos rehenes, luego volvían a recargar (sus armas) y asesinaban a otros”.
Las primeras cifras oficiales hablaban de al menos 60 muertos, en el que es quizás el día más oscuro de la historia francesa desde los años de la Segunda Guerra Mundial. El presidente Hollande decretó el estado de emergencia en todo el país y el cierre de las fronteras, tras los atentados “sin precedentes”.
Fuerzas especiales realizaron incursiones en el teatro y durante los operativos resultaron muertos dos terroristas. La toma de rehenes en el Bataclan concluyó con la muerte de al menos un centenar de personas. La cifra de muertos ascendía así dramáticamente a alrededor de 160 víctimas.
En más de 70 años, es la primera vez que el estado francés toma la determinación de cerrar sus fronteras y el estado de emergencia en todo el territorio había sido decretado por última vez en 2005.
Según relata la agencia francesa AFP, Hollande indicó por televisión haber ordenado la proclamación del “estado de emergencia en todo el territorio”, “el cierre de fronteras” y el envío de “refuerzos militares” a la región de París “para evitar nuevos ataques”. Las autoridades pidieron a los habitantes de la aterrorizada capital francesa que no salieran de sus casas.
Algunos de los ataques ocurrieron a apenas cuadras del local del semanario satírico Charlie Hebdo, que había sido atacado hace algunos meses por fanáticos islamistas molestos por las publicaciones que realizaba el medio.
La solidaridad de la comunidad internacional no tardó en llegar. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, condenó la “vil tentativa de aterrorizar a civiles”; mientras que la primer ministra de Alemania, Angela Merkel, se mostró “profundamente conmocionada”.
Por su parte, el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy, le expresó al primer ministro francés Manuel Valls la solidaridad de España, tras los atentados. El presidente de Paraguay, Horacio Cartes, también se sumó también a las expresiones de solidaridad con el pueblo francés.
El grupo terrorista Estado Islámico reivindicó como suyos los ataques simultáneos registrados en la capital francesa, diciendo que se trataba de una venganza por Siria, según publicó el canal Dabiq France’, la revista francesa de los extremistas. “Francia manda sus aviones a Siria, bombardea matando a los niños, hoy bebe de su misma copa”, señalaba parte del comunicado.
Los simpatizantes del EI celebraban a través de las redes sociales y un Twitter apareció un siniestro texto en el que advertían: “Ahora Roma, Londres y Washington”.