Reunidos en la ciudad polaca de Katowice, unos 200 países llegan al final de casi dos semanas de arduas negociaciones, marcadas por un lado por la urgencia de actuar conforme a los últimos informes científicos y, por otro, por el rechazo principalmente de Estados Unidos de considerar real esa amenaza.
También la incógnita sobre la futura política climática de Brasil bajo la presidencia de Jair Bolsonaro, un escéptico del calentamiento, así como las protestas de los “chalecos amarillos” en Francia a raíz de una tasa ecológica pesaron en el desarrollo de la 24ª Conferencia de la ONU sobre el Clima, tres años después de que el mundo festejara en París haber cerrado un acuerdo histórico.
Mientras la temperatura ya aumentó 1ºC con respecto a la era preindustrial y las emisiones de gases de efecto invernadero se dispararon un 2,7% en 2018, los países más vulnerables no cesaron de exhortar al consenso, advirtiendo de su riesgo de “extinción”. “En algunos puntos, las negociaciones están encalladas”, reconoció el jueves por la noche el negociador chino, Xie Zhenhua.
Después de que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advirtiera en octubre de que el mundo no puede permitirse un aumento superior a 1,5ºC puesto que pondría en peligro el futuro de la humanidad, Estados Unidos -que participa en las negociaciones pese a su retirada del Acuerdo de París decidida por Donald Trump-, Arabia Saudita, Rusia y Kuwait se opusieron a apoyar el informe.
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El detalle es significativo puesto que toda la acción climática internacional está llamada a basarse en estos resultados científicos. Un borrador divulgado el viernes por la mañana se limita a “invitar a las partes a hacer uso de la información contenida en el informe” del IPCC. La polémica empañó las dos cuestiones clave con las que se abrió la COP24: la elaboración de las reglas para aplicar el Acuerdo de París y la futura revisión de los compromisos nacionales de reducción de emisiones.
La primera atañe asuntos como la transparencia -cómo pueden los países verificar que cada uno cumple con sus promesas-, y la financiación, esto es, de qué manera los países desarrollados acompañan a los más pobres a adaptarse al cambio climático.
La segunda incumbe a la ambición. Si bien los países se fijaron en 2015 metas voluntarias de reducción de emisiones para contener el calentamiento a menos de 2ºC, estas deberían revisarse en 2020. El borrador por ahora “reitera su demanda de “actualizar” sus contribuciones.
Según el IPCC, incluso aplicando los objetivos de París, la temperatura subiría 3ºC a fines de siglo. El texto en estudio es “un inicio, pero el trabajo no está acabado”, declaró Jennifer Morgan, de Greenpeace, llamando a los países a comprometerse a elevar sus metas de reducción de emisiones. Representantes del sector privado y de la sociedad civil -cada vez más implicada a nivel local con la transición ecológica- acudieron por su lado a la COP24 a exhortar a los gobiernos a cumplir con su parte.
“Hay mucho dinamismo y un gran sentido de la urgencia por parte de empresas, inversores, ciudades... Todos estos actores se están dando cuenta de los riesgos de continuar en una economía de carbono” , dijo Helen Mountford, responsable del ’think tank’ estadounidense World Institute Resources. Se prevé que las negociaciones se alarguen toda la jornada e incluso podrían extenderse al sábado, una prolongación habitual en estas macroconferencias climáticas.