La exposición a los dos otros principales contaminantes, el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono troposférico (O3) , causó 71.000 y 17.000 muertes antes de tiempo, respectivamente.
Los datos de la AEMA, que abarcan desde 2000 a 2014, reflejan que ese último año cerca del 85 % de la población urbana de la UE se expuso a concentraciones de partículas al aire libre con un tamaño inferior a 2,5 micras (PM2,5) que excedían los valores fijados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Ese tipo de partículas pueden causar o agravar dolencias cardiovasculares, asma y cáncer de pulmón. El informe señala también que alrededor del 7 % de la población urbana vive bajo concentraciones de óxidos de nitrógeno (NO2) -que afectan al sistema respiratorio y contribuyen a la formación de otros contaminantes- que exceden los estándares recomendados.
La AEMA, organismo con sede en Copenhague, resaltó que las emisiones por combustión de carbón y biomasa, tanto de hogares como de edificios institucionales y comerciales, no se han reducido, y que las de amoniaco procedentes de la agricultura siguen siendo altas, lo que mantiene los niveles de partículas en suspensión.
El estudio reconoce no obstante la mejora en la calidad del aire y destaca por ejemplo que la media anual de PM2,5 y PM10 se ha reducido un 75 % en las localidades monitorizadas en el período 2000-2014. “La reducción de las emisiones ha mejorado la calidad del aire en Europa, pero no lo suficiente para evitar un daño inaceptable a la salud humana y al medioambiente”, afirmó el director ejecutivo de la AEMA, Hans Bruyninckx.
Bruyninckx resaltó que es necesario “atacar las raíces de la contaminación, lo que implica una transformación fundamental e innovadora de nuestra movilidad, energía y sistema alimenticio”.