Vestido con traje azul marino y corbata rosa y visiblemente emocionado, el monarca rubricó la ley aprobada ya por el Parlamento, antes de recibir una gran ovación del centenar de asistentes a la breve ceremonia en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid, reservado a los actos solemnes.
La ley, que fue elaborada para regular una abdicación inédita en la actual democracia española, fue refrendada después por el jefe del gobierno, el conservador Mariano Rajoy.
Sentado junto a su esposa la reina Sofía, y la nueva pareja real, Felipe y Letizia, Juan Carlos, tras la firma, abrazó efusivamente a su hijo, de 46 años, que el jueves será proclamado nuevo rey en un acto en el Congreso sin la presencia de su padre.
Tampoco asistirán jefes de Estado extranjeros ni representantes de otras monarquías ni habrá, a diferencia de la proclamación de Juan Carlos I en 1975, una ceremonia religiosa.
Recibido por última vez con honores de jefe de Estado, Juan Carlos, con los ojos empañados por la emoción mientras se leía el discurso en que el 2 de junio anunció su decisión de dimitir, firmaba así la última ley de su reinado.
Diputados y senadores la habían aprobado el 11 y 17 de junio respectivamente, por muy amplia mayoría, pese a la oposición de partidos pequeños que pedían la celebración de un referéndum para el elegir entre monarquía y república.
Felipe VI hereda de su padre un país sumido en la crisis económica, con crecientes tensiones con los nacionalistas catalanes y vascos e indignado por los múltiples casos de corrupción que erosionaron la legitimidad de las instituciones.