La iniciativa forma parte de la estrategia del Gobierno para “incrementar los esfuerzos en la prevención del terrorismo” según dijo hoy en rueda de prensa el ministro portavoz del Ejecutivo, Yoshihide Suga, quien dirigirá la nueva unidad.
Su creación estaba inicialmente prevista para abril de 2016, pero a raíz de los graves ataques perpetrados en París el pasado 13 de noviembre, el Gobierno ha decidido adelantar su puesta en funcionamiento al día 8 de diciembre.
La Unidad Internacional de Inteligencia Antiterrorista se integrará en el Ministerio de Asuntos Exteriores aunque dependerá directamente de la oficina del primer ministro, Shinzo Abe, y funcionará como unidad de control y coordinación entre diferentes agencias gubernamentales, servicios de Inteligencia y Defensa.
La oficina estará conformada por altos funcionarios de Defensa, Exteriores, la Agencia Nacional de Policía y la Agencia Nacional de Inteligencia y Seguridad.
Entre sus tareas estará la recolección y el análisis de información sobre actividades terroristas en Asia, Oriente Medio y África, así como la cooperación con la comunidad internacional y la puesta en marcha de medidas para prevenir posibles atentados, señaló Suga.
La creación de la oficina va en línea con otras iniciativas ya emprendidas por el Ejecutivo para reforzar la seguridad en infraestructuras e instalaciones sensibles, como puertos, aeropuertos y estaciones ferroviarias, añadió el ministro portavoz.
Japón decidió mejorar su preparación antiterrorista a raíz de las amenazas lanzadas a comienzos de año por Estado Islámico (EI) contra el país asiático, y de cara a eventos internacionales que acogerá próximamente.
En mayo de 2016 se celebrará la cumbre del G7 en Ise (Prefectura de Mie, centro de Japón) , mientras que en 2019 el país acogerá el Mundial de Rugby, seguido de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
El pasado 20 de enero, poco después de que el primer ministro nipón Shinzo Abe anunciara una donación para los países que acogen a los refugiados que huyen del avance del EI, el grupo exigió a Tokio 200 millones de dólares a cambio de no asesinar a dos ciudadanos nipones que había secuestrado.
El grupo yihadista finalmente ejecutó a los dos japoneses, y en un vídeo acusó a Abe de haberse embarcado en “una guerra que no se puede ganar” y amenazó con asesinar a ciudadanos nipones “dondequiera que estén”.