“La familia del terrorista convierte su funeral en una manifestación de apoyo al terrorismo e incitación al asesinato y no debemos tolerarlo”, adujo el ministro de Seguridad Interna israelí, Guilad Erdan, en un comunicado difundido hoy.
“Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que el terrorista no reciba honores y ceremonias después de haber cometido un atentado”, comentó sobre algunos de los recientes funerales palestinos, en los que el atacante adopta la condición de “shahid” (mártir) y es homenajeado.
Según la decisión, aprobada anoche por el gabinete de seguridad del Gobierno de Benjamín Netanyahu junto con otro paquete de medidas para frenar la actual ola de violencia, los atacantes serán enterrados en Israel por las autoridades. Para ello, se estudia la reutilización de viejos cementerios militares que hay desde hace años para casos similares.
Israel ha protestado públicamente y en conversaciones de Netanyahu con el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) honre o defienda la inocencia de algunos atacantes, como en el caso de un menor de 13 años que el lunes dejó en estado crítico a un israelí de su misma edad tras apuñalarlo.
Después de acusar a Israel de haberle matado a él (cuando en realidad sobrevivió) y a su primo, con el que cometió el ataque, la ANP lo definió como el “Mohamed al Dura” del momento.
Al Dura fue un niño palestino que murió en Gaza el segundo día después de comenzar la segunda Intifada el 28 de septiembre de 2000 en un tiroteo en el cruce de la entonces colonia de Netzarim entre milicianos palestinos y soldados israelíes, un suceso traumático que dio alas a la Intifada y del que ambas partes se acusan mutuamente hasta el día de hoy.