El atentado tuvo lugar tras la oración del viernes en una mezquita en Shikarpur, en la provincia de Sindh, y según el Departamento de Investigación Criminal todo apunta a que lo cometió un atacante suicida, que detonó los explosivos que portaba.
“Partes del cuerpo del sospechoso fueron recogidas del lugar del suceso y serán llevadas a Karachi -al sur de Shikarpur- para examinarlas” , explicó hoy a Efe un agente de la Policía local, Mir Ghayaz.
El agente reveló además que dos oficiales al cargo de la seguridad de la zona donde se produjo la tragedia fueron “suspendidos”.
Según los últimos datos, en el atentado murieron 58 personas, dijo hoy a Efe un médico del hospital al que fueron llevadas las víctimas, Ishtiak Noman, aunque avisó de que “docenas de heridos aún no están fuera de peligro”, por lo que la cifra de fallecidos podría aumentar.
Ante la magnitud del atentado, uno de los peores que ha padecido la minoría chií en Pakistán, un portavoz del partido chií Majlis Wahdat Muslimeen, Sheeraz Ameeni, dijo a Efe que hoy se iniciaron tres días de luto en todo el país para rendir tributo a las víctimas.
Además, el portavoz aseguró que la comunidad chií convocó manifestaciones pacíficas, piquetes y el cierre de los negocios en toda la provincia de Sindh, hartos de la crueldad terrorista y la inoperancia del Gobierno para evitar este tipo de atentados.
“El terrorismo es un acto de cobardía. Qué creen los terroristas, ¿qué también somos cobardes? Es en eso en lo que se equivocan”, sentenció Ameeni.
Las televisiones locales, como Dawn y Express, informaron de que la huelga y los actos de protesta han sido secundados con éxito en muchas ciudades de Sindh, donde hoy permanecían cerrados pequeños negocios, oficinas públicas, instituciones académicas o gasolineras.
Un portavoz de la organización chií Jaafria Alliance, Shaheen Shah, afirmó a Efe que el líder de la organización, Allama Abbas Kumaili, criticó al Gobierno “por no ser capaz de proteger a los ciudadanos” y pidió que se imponga la ley marcial en todo Sindh.
El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, negó las acusaciones de los grupos chiíes al asegurar hoy durante un acto militar que “una de las principales prioridades” de su Gobierno es “proporcionar seguridad a los paquistaníes y proteger sus vidas”.
El jefe de Gobierno de Sindh, Qaim Ali, anunció además que las familias de cada uno de los fallecidos recibirán como compensación 2 millones de rupias (unos 17.500 euros).
Según Express, la organización Yundula, vinculada a Al Qaeda, reivindicó la responsabilidad del atentado.
Los atentados de carácter sectario en Pakistán, en especial contra la minoría chií, que representa un 20 % de la población del país, se han incrementado en los últimos años en medio del recrudecimiento general de la violencia terrorista desde finales de 2012.
La organización estadounidense pro derechos humanos HRW denunció esta semana en su informe anual que la violencia sectaria en Pakistán, sobre todo contra los chiís, sigue siendo “muy alta”, con al menos 750 muertos entre septiembre de 2013 y septiembre de 2014.
HRW se refirió al grupo terrorista Lashkar-e-Jhangvi (LeJ), que actúa principalmente en la provincia occidental de Baluchistán, y denunció que “el Gobierno ha fallado a la hora de perseguir y arrestar a los sospechosos, en parte debido a la simpatía hacia el grupo (LeJ) que sienten las fuerzas de seguridad (paquistaníes)”.
El pasado 9 de enero al menos cinco personas murieron y 18 resultaron heridas en un atentado con bomba frente a otra mezquita chií en Rawalpindi, localidad próxima a la capital, Islamabad.
En junio de 2013, un atentado en Quetta (oeste) cerca de un centro de rezo chií causó la muerte a 30 personas y heridas a otras 60, mientras que a principios de 2014, tres matanzas en barrios chiíes de las ciudades de Quetta y Karachi causaron más de 250 muertos.