“Un proyecto de aborto es siempre contrario a lo que Dios quiere, porque Dios nos ha hecho para vivir y la sociedad humana está llamada a organizarse justamente para que la vida sea defendida y pueda crecer desde el comienzo y hasta el final”, dijo el cardenal Ricardo Ezzati, presidente de la Conferencia Episcopal, a medios católicos.
El proyecto de ley que fue enviado al Congreso, donde debe ser debatido y aprobado, contempla la despenalización del aborto en caso de “riesgo presente o futuro” de la vida de la madre, “malformaciones incompatibles con la vida extrauterina” y violación.
En respuesta a la postura de la Iglesia, el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, llamó a sostener un debate sobre el tema en el marco “de la tolerancia”.
“Lo importante es hacerse cargo de una situación difícil, dolorosa, una situación que viven tantas mujeres en nuestro país”, agregó.
La propuesta de Bachelet ha causado gran polémica y la negativa de algunas clínicas privadas vinculadas a la Iglesia a realizar abortos una vez que la norma sea aprobada.
“Lo que nosotros les hemos pedido a los laicos es que sean los primeros responsables de la acción pública”, manifestó Ezzati.
En 24 años de democracia, por la presión de la Iglesia católica y grupos conservadores, ninguna iniciativa legal para restaurar el derecho al aborto ha prosperado en Chile.
Hasta 1989 y por más de 50 años, el aborto estuvo permitido en casos de peligro de muerte de la madre o inviabilidad del feto. Pero antes de dejar el poder, el exdictador Augusto Pinochet lo prohibió.
Unas 16.510 mujeres ingresan al año en hospitales chilenos por embarazos de menos de 22 semanas relacionados con peligro de vida para la madre o malformaciones del feto incompatibles con la vida.
Al año se registran 500 muertes por malformaciones fetales. No existen datos de embarazos por violación.