Más de 24 horas después de la desaparición del Tupolev Tu-154, que se estrelló justo después de despegar de la estación balnearia de Sochi cuando se dirigía a Siria, las autoridades tratan de determinar el origen de la catástrofe aérea, después de que la hipótesis de un atentado haya quedado casi descartada.
El siniestro causó una gran conmoción en Rusia, ya que en el avión viajaban 64 miembros del Coro del Ejército Rojo, un símbolo del país conocido por sus giras triunfales en todo el mundo.
El equipo de búsqueda halló trozos del aparato a 27 metros de profundidad, a poco más de un kilómetro y medio de la costa, dijo a la AFP su portavoz Rimma Chernova, que precisó que los buzos intentan localizar con precisión dónde se encuentra cada fragmento y determinar su talla.
El portavoz del ministerio ruso de Defensa, Igor Konachenkov, precisó en un comunicado que el radio de dispersión de los restos del avión es de unos 500 metros.
Un pedazo del fuselaje del avión de 3,5 metros por 4,5 fue recuperado y llevado a la costa en la noche, según el ministerio de Defensa.
A la espera de localizar las cajas negras, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, dijo que “la tesis de un acto terrorista está lejos de encabezar la lista” de posibles causas de la catástrofe, y los servicios secretos rusos (FSB) indicaron que ningún “elemento o hecho” acredita la hipótesis de un atentado.
“Las pistas privilegiadas son la penetración de un cuerpo extraño en el motor, un carburante de mala calidad que provocó una pérdida de energía, (...) un error de pilotaje o un fallo técnico del avión”, precisó el FSB, según las agencias rusas.
Más de 3.500 personas, entre ellas 150 buzos, forman el equipo de búsqueda que trabaja en las aguas del mar Negro con la ayuda de 12 aviones, 10 helicópteros y drones.
Hasta el momento se han encontrado 11 cadáveres, de los cuales 10 fueron transferidos a Moscú para su identificación, informó el ejército ruso.
El Tupolev desapareció de los radares a las 02H27 GMT, dos minutos después despegar del aeropuerto de Sochi, a orillas del mar Negro. Se dirigía hacia la base aérea rusa de Hmeimim, cerca de Latakia, en el noroeste de Siria.
El avión, que había salido del aeródromo de Chkalovski, cerca de Moscú, se detuvo en Sochi para repostar.
Los miembros del Coro del Ejército Rojo iban a celebrar la Nochevieja con los soldados rusos desplegados en Siria, donde Moscú apoya al régimen de Bashar al Asad frente a los rebeldes desde septiembre de 2015.
Cientos de personas se congregaron este lunes en Moscú ante la sala de ensayos del Conjunto Alexandrov (el nombre con el que se conoce al Coro en Rusia) donde depositaron flores y mensajes en recuerdo de los músicos fallecidos.
“Formé parte del Coro. Los conozco a todos. No me lo puedo creer, no puedo reaccionar” , declaró Vladimir Kuznetsov, que acercó a dejar una vela en este día de luto nacional.
“Esas flores blancas son un símbolo de renacimiento. Seguiremos trabajando con este magnífico conjunto” , dijo, por su parte, la directora de escena Nadejda Afrikanova.
En el aparato también viajaban nueve periodistas de las cadenas de televisión Pervy Kanal, NTV y Zvezda, dos altos cargos civiles y la responsable de una organización caritativa muy conocida en Rusia, Elizavéta Glinka.
Esta última, conocida como “doctora Liza” , llevaba medicamentos para el hospital universitario de Latakia, precisó el director del Consejo de los Derechos Humanos (dependiente del Kremlin), Mijaíl Fedotov, citado por Interfax.
Según el ministerio de Defensa, el aparato siniestrado el domingo volaba desde hacía 33 años y tenía 6.689 horas de vuelo. Había sido reparado por última vez en diciembre de 2014 y revisado el pasado septiembre.
Alrededor de 4.300 soldados rusos están desplegados en Siria, donde Rusia sigue reforzando su presencia militar con instalaciones como la de la ciudad portuaria de Tartús, (noroeste), que supuestamente se convertirán en una base naval permanente en este país en guerra desde 2011.