Bajo la pancarta aparecen las fotografías de los activistas de Greenpeace y de los dos periodistas independientes detenidos el 19 de septiembre cuando protestaban en el mar de Barent contra la plataforma flotante de Gazprom.
Cuando los activistas intentaron escalar la plataforma petrolera de Gazprom, la compañía llamó a las autoridades rusas y 24 horas más tarde un comando armado de las fuerzas especiales de este país abordó el barco de Greenpeace, Arctic Sunrise.
Gazprom ejerce “una clara influencia sobre las autoridades rusas y debe hacer lo que esté en su mano para liberar a los activistas y periodistas. Sin embargo, solo lo hará si siente la presión donde más le afecta, por ejemplo si su socio tecnológico y financiero, Shell se lo pide”, afirma Greenpeace.
La compañía rusa está a punto de firmar un importante acuerdo con Shell, que planea invertir en el programa de perforación ártica de Gazprom, “una vía de negocio importante dado los problemas en las operaciones e inversiones que Shell ya ha tenido en el Ártico norteamericano”, dicen los ecologistas.
En una visita celebrada ayer, se comunicó que dos miembros de la tripulación y el fotógrafo independiente (los tres de nacionalidad rusa) podrán salir de prisión en libertad bajo fianza, aunque siguen acusados de vandalismo y aún no les han sido retirados los cargos de piratería por lo que podrían ser condenados hasta 20 años de cárcel.
Para otro de los activistas, el juez dictaminó tres meses más de cárcel. Las audiencias continuarán hoy.
“Si Shell quisiera defender la libertad de expresión y ver a los 30 del Ártico puestos en libertad, debe presionar a Gazprom realizando una llamada”, dijo el portavoz de Energía de Greenpeace, Julio Barea.