La organización ha analizado hasta 82 prendas para niños, desde camisetas hasta zapatos o bañadores, de las marcas Adidas, American Apparel, Burberry, C&A, Disney, GAP, H&M, Li-Ning, Nike, Primark, Puma y Uniqlo, compradas en tiendas de hasta 25 países.
“La investigación confirmó que todas las prendas contenían químicos peligrosos para la salud y que pueden alterar el equilibrio hormonal, desde la ropa de marcas más económicas hasta las de lujo. Es una situación alarmante que se extiende por toda la industria”, explicó Ann Lee, la responsable de la campaña de tóxicos de la oficina de Greenpeace de Asia Oriental.
Los análisis mostraron que un 61 por ciento de las prendas contenían nonilfenol, un grupo de químicos que actúan como perturbadores hormonales, mientras que más del 94 por ciento tenían ftalatos, utilizado comúnmente en la industria textil como suavizante y conocido como un tóxico que afecta desarrollo reproductivo en mamíferos.
A pesar de que la peligrosidad del contacto con estos químicos es evidente, se desconoce, de momento, cuál puede ser la consecuencia directa para un niño que vista esta ropa, dijo Lee.
“Aún no hay estudios científicos concretos que digan con exactitud en qué deriva una exposición alta a estos tóxicos, pero sí alertan de que puede causar un fuerte impacto en la salud. Sabiendo eso, nadie quiere que sus hijos utilicen ropa que contenga tóxicos”, comentó Lee en la presentación del informe en Pekín.
Los productos analizados por Greenpeace fueron adquiridos entre mayo y junio de 2013 en tiendas oficiales de las marcas en países como España, Colombia, México, Argentina, Italia o Estados Unidos y fueron fabricados en una docena de naciones diferentes. Entre ellas, la tercera parte procedían de China, donde la organización cree que hay que comenzar a atajar el problema.
“Hay que atacarlo de raíz. China comenzó por primera vez a aplicar una regulación sobre sustancias químicas en 2013, pero no hemos visto mucho avance. Tiene que ir más allá, porque se convierte en un problema global”, señaló Lee.
Según explicó la responsable de la campaña, la mayoría de controles se establecen en el proceso manufacturero, por lo que las firmas no incurren en ninguna ilegalidad nacional, aunque, como pudo comprobar Greenpeace, algunas sí incumplen sus propias políticas. De ahí que Greenpeace haya instado al Gobierno chino a “ayudar a parar el uso de químicos nocivos en la industria textil” con nuevas medidas como, por ejemplo, publicar una lista de sustancias que no pueden utilizarse o instando a las fábricas a publicar información sobre el uso de las mismas.
“Sería trágico que China siguiera siendo la fábrica del mundo sólo porque el sector textil mundial quiere aprovecharse de su falta de política medioambiental”, manifestó Lee. Greenpeace, además, insta a las grandes marcas como Burberry a “llevar a cero” toda la presencia de tóxicos en su ropa para 2020.
Gracias a la presión popular, unas 18 marcas internacionales -entre las que se encuentran las españolas Mango o Zara- ya han registrado un gran avance en este sentido, destacó Greenpeace, después de similares informes publicados en años anteriores.