Francisco Franco, que ejerció el poder en España desde 1939 hasta su fallecimiento en 1975, está enterrado en el llamado Valle de los Caídos, uno de los símbolos de la dictadura franquista, situado a 40 kilómetros de Madrid.
En la rueda de prensa posterior a la reunión del Ejecutivo socialista, Isabel Celaá señaló que ese monumento tiene que ser un “memorial de paz y reconciliación” que atienda a todas las víctimas de la guerra civil (1936-1939) de ambos bandos, “donde todo el mundo pueda reconocerse, pero no puede ser el referente de los restos de la tumba de un dictador”.
Durante la dictadura, el Valle de los Caídos tuvo un gran significado ideológico al ser lugar de enterramiento de Franco y de José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange (partido de corte fascista de los años '30).
Celaá insistió en que no puede concretar una fecha para el traslado de los restos, ya que “no hay ningún precedente”, pero dijo que se hará de manera “muy correcta” y que “pillará trabajando” a los periodistas, por lo que se cree que será antes de agosto.
Preguntada por las conversaciones con la familia de Franco, afirmó que son privadas y que no las iba a revelar. La portavoz recordó que la exhumación de los restos del dictador es un mandato del Parlamento aprobado por mayoría, a excepción del conservador Partido Popular (PP), y que el Gobierno “está decidido a cumplirlo”.
La vía para trasladar los restos de Franco será, previsiblemente, una reforma de la Ley de Memoria Histórica, que aprobó el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011). Franco (1892-1975) supervisó personalmente el emplazamiento y la construcción del Valle de los Caídos, en la que participaron presos republicanos.
El lugar cuenta con una abadía benedictina, una basílica y un enorme osario donde están los restos de más de 30.000 muertos republicanos y franquistas de la guerra civil.