La normativa, que se presentará en el Parlamento la semana que viene y debe votarse en 2013, permitirá a las iglesias de Inglaterra y Gales llevar a cabo estas ceremonias, aunque no estarán obligadas a hacerlo.
“Soy un completo partidario del matrimonio y no quiero que los homosexuales queden excluidos de esta gran institución. Pero si hay alguna iglesia, sinagoga o mezquita que no quiera celebrar una boda gay, en ningún caso serán forzadas a hacerlo”, aseguró el “premier” británico, que dará libertad de voto a su Partido Conservador respecto a esta ley.
El viceprimer ministro y líder del Partido Liberal Demócrata, Nick Clegg, apoyó también la normativa y destacó que “es el momento de permitir a cualquier pareja, no importa la que sea, que se case si es lo que ellos quieren”.
Las organizaciones de defensa de los derechos homosexuales, como Out4Marriage, también celebraron la medida que permitirá a las iglesias “decidir libremente si quieren permitir que las parejas gays se casen o no”.
De todos modos, otros aún ven algunas lagunas en la propuesta, como el activista Peter Tatchell, quien lamentó que la ley no contemple las uniones civiles entre parejas heterosexuales.
A pesar del rechazo de la Iglesia anglicana y la católica a esta ley, otros grupos religiosos presentes en el Reino Unido como los judíos liberales, los unitaristas o los cuáqueros recibieron con satisfacción el anuncio.
Sin embargo, algunos miembros del Partido Conservador, así como defensores del matrimonio “tradicional”, criticaron la legislación, como el diputado Stewart Jackson, que calificó al primer ministro de “arrogante” por incluir esta cláusula en su propuesta.
Colin Hart, director de la campaña “Coalition for Marriage” (Coalición por el Matrimonio), señaló que la decisión de abrir la puerta a las bodas religiosas entre homosexuales es “una proposición profundamente antidemocrática para reescribir el sentido tradicional del matrimonio” y la calificó de “decepcionante”.