Del lado colombiano y luego de que se registraran 285 heridos, las autoridades cerraron tres pasos fronterizos en el departamento de Norte de Santander para evaluar los daños ocasionados ayer, razón por la cual estuvieron acordonados por la Policía.
En el puente Francisco de Paula Santander, que conecta a la ciudad colombiana de Cúcuta con la venezolana de Ureña y en donde fueron incendiados dos camiones que llevaban ayuda humanitaria, la Policía mantuvo el control.
Allí, unas 50 personas, la mayoría jóvenes, intentaron ingresar a Venezuela por pasos ilegales, cercanos al puente, razón por la cual las autoridades del país petrolero comenzaron a arrojar gases lacrimógenos y a disparar perdigones.
La tensión creció cuando algunas de esas personas escalaron el puente con cuerdas para arrojarle cócteles molotov y piedras a las autoridades venezolanas, que aguardaban detrás de uno de los camiones que fue incinerado.
Los civiles se ubicaron en el espacio de menos de 100 metros que había entre las vallas colombianas y los uniformados venezolanos. Mientras la tensión crecía apareció en el puente el asambleísta ecuatoriano Fernando Flores, quien apoyó ayer quienes intentaron pasar la asistencia humanitaria.
Flores le pidió a los jóvenes, la mayoría de ellos encapuchados, que no arrojaran piedras porque había una venezolana que quería cruzar a su país. La mujer buscaba llegar a la nación petrolera para enterrar a su hijo, que nació horas antes en Cúcuta y falleció momentos después del parto, pero los miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) rechazaron la petición.
“Acaban de decir que no van a permitir pasar a nadie y que se retiren del puente. No sé si una vez que los jóvenes se retiren del puente podríamos tener alguna opción”, afirmó Flores.
Luego de esa situación, la Policía colombiana evacuó la zona, los manifestantes se fueron y la calma volvió al puente, en donde del otro lado la ministra del Servicio Penitenciario de Venezuela, Iris Varela, se plantó acompañada de hombres vestidos de civil que se encontraban armados y un grupo de la GNB.
Quien también estuvo allí fue el presidente colombiano, Iván Duque, que fue a constatar la “barbarie” que ocurrió durante el intento de ingreso de ayuda a Venezuela y para evaluar los daños. “Miren esta barbarie. Ayer lo que vimos fue una dictadura atacando a sus hijos, a los hijos de su propio país para evitar que llevaran medicamentos y alimentos a sus familiares”, dijo Duque al terminar un recorrido por el puente.
Al tiempo que ocurrió esto, en el puente Simón Bolívar, el principal paso fronterizo entre ambos países y que une a Cúcuta con San Antonio, también hubo tensión y movimiento. En la mañana los cónsules colombianos en las ciudades venezolanas de San Antonio y San Cristóbal cruzaron el puente luego de que el Gobierno ordenara el regreso de los funcionarios diplomáticos tras la decisión del gobernante Nicolás Maduro de romper “todo tipo de relaciones” con Colombia.
A ellos se sumaron los cónsules de Puerto Ayacucho, quien llegó por Puerto Carreño, capital del departamento del Vichada (este) , y el de San Carlos del Zulia, en el oeste de Venezuela, que ingresó por el Puente La Unión al municipio colombiano de Puerto Santander, que hace parte del departamento de Norte de Santander, cuya capital es Cúcuta.
El puente Simón Bolívar fue visitado también por Duque y está custodiado por militares, policías y algunos miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) . Del lado venezolano del cruce algunas personas escalaron el puente hasta llegar a un camión que fue atravesado para bloquear el paso y comenzaron a quitarle piezas, aunque no lograron moverlo del sitio.
Las autoridades arrojaron gases lacrimógenos a quienes estaban lanzando al abismo las piezas del camión y luego les dispararon a quemarropa con perdigones. Mientras tanto, Efe constató que en la parte de abajo del puente se armó una gresca entre civiles de ambos países, algunos de los cuales, en la zona venezolana, llevaban armas de fuego, en un hecho que, por el momento, no deja heridos.
Con el paso de las horas las escaramuzas se diluyeron pero la tensión se mantuvo en toda la frontera, donde centenares de venezolanos en Colombia esperan que los pasos sean reabiertos para regresar a su país