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En particular se refirió también a la situación en Venezuela, auspiciando una confrontación serena beneficiosa para ese país sudamericano.
Su mensaje navideño se centró en los rostros de los niños del mundo, a partir de los cuales el pontífice trazó un mapa de los lugares de sufrimiento y conflicto en el mundo.
En el mensaje, que tradicionalmente precedió la bendición Urbi et Orbi ("a la ciudad y al mundo") y los saludos navideños, Francisco también lanzó llamados para Jerusalén y Tierra Santa, la península coreana y las minorías de Birmania y Bangladesh.
El pontífice dirigió sus buenos augurios a los presentes en la plaza y también a quienes se conectaron a través de los diversos medios de difusión, deseándoles un “futuro fraterno y solidario”. Sobre la explanada de San Pedro estaban la banda vaticana, la de los carabineros y un nutrido grupo de guardias suizos.
Francisco no olvidó mencionar la situación de los niños hijos de desocupados, víctimas del trabajo infantil y de los hijos de los migrantes, a menudo obligados a viajar solos y frecuentes víctimas de los traficantes de seres humanos.
“Vemos a Jesús en los niños de Medio Oriente -dijo- que siguen sufriendo la agudización de la tensión entre israelíes y palestinos”.
“En este día de fiesta invoquemos del Señor la paz para Jerusalén y para toda Tierra Santa; recemos para que entre las partes prevalezca la voluntad de reanudar el diálogo y se pueda finalmente llegar a una solución negociada que permita la coexistencia pacífica de dos Estados dentro de los límites acordados entre ellos e internacionalmente reconocidos”.
“Que pueda la amada Siria recuperar finalmente el respeto a la dignidad de toda persona, a través del compromiso común de reconstruir el tejido social independientemente de la pertenencia étnica o religiosa”, auspició.
Francisco recordó asimismo a Irak, "aún herido y dividido por las hostilidades que lo afectaron en los últimos 15 años ”, y a Yemen, “donde hay en curso un conflicto en gran parte olvidado, con grandes consecuencias humanitarias en la población, que sufre hambre y la difusión de las enfermedades”.
Citó además los sufrimientos de Sur Sudán, Burundi, Somalia,la República Democrática del Congo, la República Centroafricana y Nigeria.
Que Venezuela -deseó- “pueda reanudar una confrontación serena entre los diversos componentes sociales en beneficio de todo el amado pueblo venezolano” y rezó por Ucrania, donde son “graves” las “repercusiones humanitarias” del conflicto.
Francisco también rogó para que en la península coreana puedan superarse las contraposiciones y acrecentar la confianza recíproca en interés del mundo entero, y por las “graves” repercusiones humanitarias del conflicto en Ucrania.
“Vuelvo a ver a Jesús -explicó- en los niños que encontré durante mi último viaje a Birmania y auspicio que la comunidad internacional no cese de obrar para que la dignidad de las minorías presentes en la región sea adecuadamente tutelada”.
En su viaje, el Papa se reunió con algunos refugiados de Rakhine, los rohingya, mientras ayer la Asamblea General de la ONU exhortó a Birmania a poner fin a las operaciones militares contra esa etnia musulmana.
“Vemos a Jesús -dijo Francisco- en los niños cuyos padres no tienen trabajo y luchan para ofrecer a sus hijos un futuro seguro y sereno. Y en aquellos a los que se les robó la infancia, obligados a trabajar desde pequeños o enrolados como soldados por mercenarios sin escrúpulos”.
“Vemos a Jesús en los muchos niños obligados a dejar sus países, a viajar solos en condiciones inhumanas, fácil presa de los traficantes de seres humanos”, concluyó el Papa.