Aseguró que “hasta el Papa tiene pecados... y muchos”, pero que Dios siempre perdona.
Ante más de 100.000 personas y desafiando la lluvia, el papa Bergoglio celebró en la plaza de San Pedro la tradicional audiencia de los miércoles, cuya catequesis dedicó a la Iglesia y al “proyecto de Dios” de que todos los hombres sean una única familia, “se sientan familia de Dios”.
“En este proyecto encuentra sus raíces la Iglesia, que no es una organización nacida del acuerdo entre algunas personas, sino, como nos recordó tantas veces el papa Benedicto XVI, que es obra de Dios”, afirmó el Pontífice.
El Obispo de Roma agregó que la Iglesia nace del deseo de Dios de llamar a todos los hombres a la comunión con él, a su amistad, “a salir del individualismo, a la tendencia a cerrarse en sí mismos y a formar parte de su familia”.
El pontífice subrayó que todavía muchas personas dicen “Cristo sí, Iglesia no”, “creo en Dios, pero no en los sacerdotes”, pero aseguró que es la Iglesia la que lleva a los hombres a Cristo, a Dios.
“Por supuesto que en quienes la componen -pastores y fieles- hay defectos, imperfecciones y pecados. También el papa tiene muchos pecados, pero cuando nos damos cuenta de ese pecado, encontramos la misericordia de Dios. Dios siempre perdona. No olvidemos esto”, manifestó.
En esa línea, el Papa dijo que Dios ha creado al hombre para que viva en profunda relación con Él y que incluso “cuando el pecado ha roto esa relación, Dios no nos abandona”.
“Toda la historia de la Salvación es la historia de Dios que busca al hombre, le ofrece su amor y lo acoge”, precisó el papa, que subrayó que la Iglesia nace del “gesto supremo de amor de la Cruz, del costado abierto de Jesús, del que salió sangre y agua, símbolos de los sacramentos de la Eucaristía y del Bautismo”.
También señaló que la Iglesia se manifestó cuando el Espíritu Santo “colmó el corazón de los apóstoles y los impulsó a anunciar el Evangelio difundiendo el amor” (pentecostés).
A la audiencia asistieron varios miles de fieles de España, El Salvador, Ecuador, Honduras, Perú, Argentina, México y otros países latinoamericanos, a los que invitó a vivir la fe, “no sólo como un don y un acto personal, sino como respuesta a la llamada de Dios de vivir juntos, siendo la gran familia de los convocados por Él”.
Entre los asistentes se encontraba el sacerdotes español padre Ángel, fundador de Mensajeros de la Paz, y un grupo de responsables y beneficiarios de los centros sociales de esta ONG en España y en otros países.
Una anciana argentina, que vive en una residencia de mayores de Mensajeros de la Paz en Buenos Aires, también acudió junto al padre Ángel a la audiencia.
Mensajeros de la Paz, que está presentes en 48 países, atiende diariamente a unas cien mil personas en todo el mundo.
Antes de comenzar la audiencia, como ya es habitual, Francisco recorrió la plaza de San Pedro en el papamóvil durante más de media hora, en medio de los aplausos, vivas y ondear de banderas, de las decenas de miles de fieles presentes, que desafiaron la lluvia que en esos momentos caía en Roma.
El Papa no se resguardó de la lluvia y prosiguió su recorrido por la plaza visiblemente mojado. Cuando concluyó y subió al estrado donde leyó la catequesis, se le vio secarse la cara y el pelo.