La información se ha lanzado “contra X”, fórmula en la que no se especifica al presunto culpable, y no se ha abierto por asesinato porque, según declaró la semana pasada el fiscal, Brice Robin, el autor de los hechos, el copiloto Andreas Lubitz, falleció en el siniestro.
La información judicial es la fase que precede a un eventual juicio y durante la misma el juez de instrucción procede a la recopilación de pruebas, interroga a las personas implicadas en el caso y se pronuncia sobre hipotéticas imputaciones.
El pasado 11 de junio, tras una reunión con los familiares de los fallecidos, Robin precisó que a partir de esta instrucción podrá establecerse si fallaron los mecanismos de control que permitieron volar al copiloto y, de ser así, si ello constituye un delito.
Según sus datos, Lubitz, alemán de 27 años, visitó a 41 médicos en cinco años antes de estrellar “deliberadamente” el avión contra la montaña.
El joven copiloto había interrumpido en 2009 su formación en Alemania por un episodio de depresión, y solo en el mes anterior a la tragedia había tenido cita con siete doctores y había estado diez días de baja.
Lubitz sufría de psicosis, problemas de visión, insomnio y depresión, pero ese historial nunca llegó a los supervisores aéreos o de Germanwings, agregó la semana pasada el fiscal, quien reconoció la dificultad de conciliar el secreto médico con la información sobre un asalariado.