La delegación de paz de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dijo el martes en La Habana que en el primer minuto de este sábado (05.01 GMT) comenzará el cese al fuego indefinido, inédito dentro del proceso que desde hace dos años celebra con el Gobierno.
Las horas previas al cese unilateral de hostilidades estuvieron marcadas sin embargo por un recrudecimiento de la actividad guerrillera en los departamentos del Cauca (suroeste) y Norte de Santander (noreste) , dos de las regiones más golpeadas por el conflicto armado.
El hecho más grave ocurrió en una zona rural de Santander de Quilichao (Cauca), donde en la madrugada de este viernes murieron cinco soldados, otros cinco sufrieron heridas y uno desapareció en un combate con guerrilleros de la columna móvil Jacobo Arenas y el sexto frente de las FARC, según el Ejército.
Por su parte, la Policía informó de que tres miembros de esa institución murieron en un ataque en el municipio de Toledo, en el departamento del Norte de Santander, fronterizo con Venezuela.
A las FARC se atribuyó también un ataque con explosivos contra la Vía Panamericana, entre las ciudades de Cali y Popayán en la madrugada de este viernes.
El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y su jefe negociador en los diálogos con las FARC, Humberto de la Calle, lamentaron la muerte de los militares y policías, así como de otros dos soldados que fallecieron ayer en Arauca (este), en un ataque al parecer del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que está en diálogos “exploratorios” con el Gobierno para una negociación.
“Esa es la guerra que yo quiero terminar”, dijo Santos durante la inauguración de un puesto policial en Itagüí, departamento de Antioquia (noroeste).
De la Calle, por su parte, aseguró que el propósito de las conversaciones de paz en La Habana es que hechos como los recientes no se repitan.
“La razón de ser de la mesa de conversaciones es el fin de la guerra. Como ha dicho el presidente Santos, el corazón del proceso son las víctimas. Las que ya han sufrido pero también las que tenemos el deber moral de evitar”, manifestó De la Calle en una declaración leída en la Casa de Nariño, sede del Ejecutivo.
Por esa razón, ambos valoraron positivamente el cese al fuego unilateral prometido por las FARC porque consideran que acciones como esa contribuyen a reducir la intensidad del conflicto, pese a que el Gobierno advirtió ayer que no acepta las condiciones impuestas por la guerrilla.
Las FARC, que insisten en un cese al fuego bilateral mientras se negocia la paz en Cuba, condicionaron la duración de su tregua unilateral a que sus unidades no sean atacadas por la fuerza pública y plantearon además una veeduría internacional.
“Es un gesto positivo en la dirección correcta. Yo espero que eso se complemente con otros gestos, para ir desescalando este conflicto. Y espero que esto también contribuya a acelerar los resultados de las conversaciones en La Habana, para llegar, ahí sí, a ese cese al fuego bilateral y definitivo, que le ponga fin a esta guerra”, manifestó el presidente.
El Gobierno es contrario a un cese el fuego bilateral porque considera que las FARC pueden aprovecharlo para reforzar su capacidad militar, como ocurrió en otros intentos fallidos de paz hechos en el país.
“Mientras tanto, vamos a ir vigilando este cese al fuego unilateral”, agregó el presidente, quien considera que sólo cuando se haya avanzado en La Habana en el quinto y último punto de la agenda de negociación, referente al fin del conflicto, se podrá pensar en un cese bilateral de hostilidades.