La sentencia pone término a más de 10 meses de juicio, en el que Park fue hallada culpable de varios cargos, entre ellos abuso de poder y corrupción.
Park había sido destituida y detenida en marzo de 2017 a raíz de una serie de sospechas que pusieron de manifiesto, una vez más, las relaciones ilícitas entre el poder político y los grandes conglomerados. El juez Kim Se-yoon afirmó que Park había forzado a empresas surcoreanas a pagar decenas de millones de wones a dos fundaciones controladas por su confidente en la sombra y “amiga de 40 años” Choi Soon-sil.
“La acusada utilizó ilegalmente su autoridad presidencial a la demanda de Choi para obligar a las empresas a dar dinero a las fundaciones”, afirmó el magistrado. “Las empresas fueron obligadas a dar sumas importantes de dinero y la acusada dejó a Choi controlar las fundaciones cuando no tenía derecho a hacerlo”, añadió.
Los enormes conglomerados surcoreanos (’chaebols’), en manos de familias y con estructuras muy complejas son el motor de la economía del país. Grupos como Samsung o Hyundai han tenido un papel crucial en el “milagro” económico de los 1960 y 1970, que transformó un país destruido por la guerra. La hija mayor del dictador militar Park Chung-hee había accedido a la función suprema presentándose como la incorruptible “hija de la nación” .
Park creció en el palacio presidencial, donde su padre dirigió el país desde 1961 hasta su asesinato en 1979. Durante décadas estuvo considerada como la “princesa” política del país.
La caída de la presidenta conservadora se produjo tras unas manifestaciones masivas en todo el país y precipitó unas elecciones anticipadas en mayo de 2017 en las que ganó el candidato de centro-izquierda Moon Jae-in.
El nuevo presidente contribuye ahora al espectacular acercamiento en curso entre las dos Coreas. La fiscalía pedía 30 años de prisión contra Park, de 66 años, que boicoteó en gran parte las audiencias durante los 10 meses que duró su proceso, acusando al tribunal de parcialidad.
Habida cuenta del inmenso interés que ha generado este caso en Corea del Sur, el anuncio del veredicto fue retransmitido en directo por televisión, algo muy inusual en ese país.
La expresidenta, que se enfrentaba a 18 cargos de acusación, provocó la ira de una parte importante de la población, pues el caso atizó el sentimiento popular contra los privilegios de las élites y el trato que mantienen las clases dirigentes y las poderosas familias al mando de los grandes conglomerados de la undécima economía mundial. Entre otras acusaciones, Park fue juzgada por haberse compinchado con su confidente Choi Soon-sil para sacarle decenas de millones de wones a esos “chaebols”, a cambio de favores políticos.
Choi, juzgada en un proceso distinto por el mismo tribunal, fue condenada en febrero a 20 años de prisión. Park está en detención preventiva desde hace un año en una cárcel de Seúl. Empezó a boicotear el juicio en octubre, después de que le negaran la posibilidad de ser liberada bajo fianza. Desde entonces, ha rechazado recibir visitas, incluso las de su hermana y su hermano, excepto las de sus dos abogados.
Park podrá recurrir su condena, pero seguirá detenida hasta que se celebre un nuevo proceso. Podría solicitar el indulto presidencial, pero los expertos opinan que es poco probable que se lo concedan. La expresidenta es el tercer exjefe de Estado surcoreano en ser condenado después de su mandato.