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Tres bombas dejaron 29 muertos el sábado en toda la capital iraquí y otro ataque el domingo cerca de la ciudad de Nayaf, al sur del país, mató a siete policías.
Las fuerzas iraquíes apoyadas por Estados Unidos luchan contra el Estado Islámico, un grupo suní de línea dura, por el control de la ciudad de Mosul, el último bastión de los insurgentes en el país, aunque se enfrentan a una fuerte resistencia.
La reconquista de Mosul anticiparía el final del califato del grupo, pero sus combatientes seguirían siendo capaces de realizar una guerra de guerrillas en Irak y tramar e inspirar ataques en Occidente.
Desde que la ofensiva comenzó en octubre, las fuerzas de élite han retomado un cuarto de Mosul, en la mayor operación terrestre en Irak desde la invasión liderada por Estados Unidos en 2003 que derrocó a Sadam Hussein.
El primer ministro, Haider al-Abadi, ha dicho que en abril el grupo estará expulsado del país.