Los cadáveres, con signos de tortura y amarrados de manos y pies, estaban enterrados junto a las cabezas en un terreno del poblado de Tepehuixco, del municipio de Chilapa de Álvarez, informó la fiscalía de Guerrero.
Este lugar fue escenario el año pasado de enfrentamientos armados entre grupos rivales del narcotráfico que se disputan el territorio, precisó a la AFP un oficial de la policía estatal que pidió el anonimato.
Los restos, que fueron hallados, tras una denuncia anónima, en avanzado estado de descomposición y envueltos en bolsas de plástico negras, fueron exhumados tras más de un día de trabajo, precisó la fuente.
Las autoridades no han identificado los cuerpos, que se encuentran en el servicio forense de Chilpancingo, capital de Guerrero.
El municipio de Chilapa comenzó a ser escenario de violencia en julio del año pasado, cuando diversos enfrentamientos dejaron ese mes casi 15 personas muertas y varias más heridas.
Guerrero, un empobrecido Estado donde se cultiva marihuana y amapola, centra la atención de las autoridades tras la desaparición y presumible masacre de 43 estudiantes en Iguala, otro municipio de la zona montañosa, más al norte que Chilapa.
Según las investigaciones de la fiscalía general, los jóvenes fueron atacados a balazos por policías locales y narcotraficantes la noche del 26 de septiembre pasado, y habrían sido entregados a miembros del cártel local Guerreros Unidos, quienes los habrían masacrado e incinerado.
Las primeras declaraciones de los detenidos por este caso apuntaban a que los estudiantes habían sido enterrados en fosas clandestinas, pero luego señalaron que los restos de los jóvenes fueron tirados a un río.
Hasta el momento sólo se ha logrado identificar los restos calcinados de uno de los 43 estudiantes, que fueron hallados por las autoridades durante una búsqueda en un basurero y un río cercanos a Iguala.