Los chequeos afectan especialmente a quienes poseen los llamados pasaportes verdes y grises, un tipo de documentación que reciben los funcionarios de los niveles más altos de la Administración y que les permite viajar a muchos países sin necesidad de visados.
Varios afectados por esos controles declararon a la emisora CNNTürk que están siendo enviados para gestiones de una oficina a otra en el aeropuerto y que muchos pasajeros están perdiendo sus vuelos. También el diario Hürriyet asegura que los funcionarios que ostentan esos pasaportes están siendo sometidos a largos procesos de inspección.
La cúpula del poder ha insistido en que tras la asonada está Fetullah Gülen, un predicador islamista exiliado desde años en Estados Unidos, y que cuenta con muchos seguidores en la policía y la judicatura turca y distintas instancias de la Administración.
Aliado durante años del presidente Recep Tayyip Erdogan y del partido del Gobierno, el islamista AKP, desde hace tiempo el Gobierno acusa a Gülen de tratar de crear un Estado paralelo para desestabilizar el país. De hecho, la Fiscalía califica la red gülenista como “organización terrorista de Fethullah Gülen (FETÖ)”, pese a que no se conoce ningún mensaje del predicador a favor de la violencia o el uso de armas.
Tras el fracaso del Golpe, el Gobierno ha iniciado una purga en la Administración públicas, con miles de detenciones y suspensiones de jueces, policías, militares y funcionarios en general. Sólo del Ministerio del Interior han sido expulsados 8.777 empleados, sobre todo policías y gendarmes, mientras que de los demás ministerios fueron suspendidos unos 1.500 funcionarios.