Estela de Carlotto disfruta de su nieto sin pensar en jubilarse

BUENOS AIRES. Desde hace 2 meses Estela de Carlotto puede llamar, tocar y compartir con un nieto que buscó por 37 años y que encontró de “milagro”. Esta mujer promete no jubilarse de su histórica lucha por la recuperación de bebés robados en la dictadura.

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“Todavía estoy asombrada de este milagro, así de golpe, y además encontrar a un chico que es tan buena persona, que es admirable”, dijo Carlotto en entrevista con la AFP.

Carlotto, que está conociendo al hijo de su hija Laura, asesinada por el régimen militar en 1978, cumplirá 84 años el próximo 22 de octubre. Antes viajará a Ecuador por invitación del presidente Rafael Correa, y en noviembre al Vaticano, adonde el papa Francisco la invitó con sus 14 nietos, entre ellos el consentido de estos días, Ignacio Guido Montoya Carlotto.

En la sede de la organización humanitaria que preside, Abuelas de Plaza de Mayo, a la que ha entregado casi la mitad de su vida, Carlotto reconoce que en su relación con el joven va “de a poco para no abrumarlo” y agradece lo que llama una “avalancha de afecto” de todas partes del mundo.

“Lo busqué incansablemente durante 37 años, antes de nacer ya lo estaba buscando y lo esperé cuando nació, para criarlo. Luego lo busqué incansablemente en otros chicos de su edad”, cuenta con una sonrisa que no se le borra desde agosto. Muchas veces imaginó el peor de los destinos para este nieto que, sabía, había nacido vivo. “Y hoy está aquí, es increíble”, reflexiona.

La elocuencia no se quiebra ni en la narración del episodio más horrendo ni del más feliz de su biografía. Y Carlotto rejuveneció con la recuperación de su nieto. “El milagro” ocurrió cuando el músico de 36 años se sometió voluntariamente a un examen genético el 5 de agosto, que estableció su parentesco y lo ubicó como el 114 nieto recuperado.

“Ha sido muy fuerte, pero yo lo vivo a otra velocidad. Mi cabeza está todo el tiempo procesando cosas. Esto es conocer a nuestros padres, identificarse... es mucho”, dijo Montoya Carlotto el martes en un programa de la Televisión Pública argentina.

“Los cagamos, los vencimos”, añadió el joven que el miércoles dedicó a sus dos familias de sangre un emotivo concierto en la antigua sede de la Esma, el siniestro centro de detención clandestino en Buenos Aires durante la dictadura (1976-83).

Laura Carlotto dio a luz en cautiverio y su hijo le fue arrebatado de los brazos cinco horas después de nacer. En junio de 1978 fue inscrito con el nombre de Ignacio Hurbán como hijo propio de una pareja del campo.

Ni la abuela ni el nieto quieren hablar de los detalles del proceso judicial que empezó y que compromete a la pareja que lo crió. “Yo prefiero guardarme estas respuestas para mí”, dijo el músico el miércoles a la prensa al ser consultado sobre sus impresiones de este proceso.

Carlotto ha preferido abstenerse de encontrar a los padres adoptivos. “No me corresponde conocerlos”, dijo tajante a la AFP. “Sé que son personas muy humildes, sé que son peones de campo, fueron buenos con él, lo trataton muy bien, le dieron amor”, reconoce. Pero agrega: “Por ahora no tengo ningún interés en conocerlos, porque no sabría qué decirles”.

“Si uno lo piensa desde el punto de vista de que yo tendría que haberlo criado y no ellos, me hace mucho mal”, dijo. No los culpa o los exculpa. “Eso corresponde a la justicia”, aclaró. “Como en todos los demás casos, cuando hay un delito, la justicia tiene que intervenir. Ahora está en la justicia y se verá el delito que ellos han cometido que es el de anotarlo como hijo propio”, añadió.

Carlotto aprovecha los momentos con su “nuevo” nieto, pero sin descuidar su rutina con la organización humanitaria que ayudó a encontrarlo. “Faltan unos 400 más, eso no lo olvido ni un sólo día”, afirmó esta mujer resguardada por custodios desde que en 2002 sufriera un atentado en su casa.

Por estos días se ha dado el gusto de prepararle a Ignacio Guido pastafrola, una tarta dulce típica de argentina, mientras él la invitó a su casa de Olavarría y le cocinó Chop Suey, “algo como asiático”, comentó ella. “Cocina muy bien y en eso sale a su abuelo, porque mi marido cocinaba muy bien”, apuntó.

“¿Qué más puedo pedir? Salud para seguir encontrando más chicos. La felicidad que tengo es enorme por haberlo encontrado, lo que demuestra que las cosas se consiguen con perseverancia, con formas y premios que da la vida a veces”, resume esta activista que no se rinde.

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