La Secretaría de Justicia y Ciudadanía estatal señaló a Efe que los reclusos aprovecharon las lluvias de los últimos días para cavar en el suelo e intentar escapar, pero que ninguno se fugó porque no llegaron a concluir los túneles.
Agentes de la Fuerza Nacional, un cuerpo de elite federal de la Policía, hallaron hoy una nueva excavación, la tercera descubierta en menos de dos días, en la Penitenciaria Estatal de Alcaçuz, en Nisia Floresta, ciudad de la región metropolitana de Natal.
La unidad continúa fuera de control desde que 26 internos fueron asesinados el 14 de enero en una reyerta entre las facciones criminales Primer Comando de la Capital (PCC), la mayor del país, y la local Sindicato del Crimen (SDC).
A lo largo de la última semana, los presos de una y otra fracción se han enfrentado en varios ocasiones por el control del centro penitenciario, sucesos que provocaron más muertes, según confirmó la Policía Militar, que no ha divulgado el número exacto de decesos.
La Policía Militar entró el sábado en el presidio y levantó una barrera de contenedores para separar a los reclusos, quienes campaban con total libertad por las áreas comunes debido a que muchas de las celdas no tenían puertas ni ventanas tras un motín registrado en 2015, señaló el organismo.
Los contenedores, de 12 metros de altura, fueron colocados de manera provisional, hasta la construcción de un muro de cemento que deberá tener unos 90 metros de extensión.
Los pabellones 4 y 5 de la cárcel están ocupados supuestamente por reclusos del PCC, mientras que en las naves 1, 2 y 3 están aquellos vinculados al SDC de Río Grande do Norte. Según datos de la Secretaría de Justicia y Ciudadanía estatal, la unidad albergaba antes de la masacre a 1.083 internos cuando solo tiene capacidad para 620, sin contar con los 220 que fueron transferidos días después de la revuelta por motivos de seguridad.
En paralelo, la ciudad de Natal volvió hoy a disponer de su sistema de transporte público, conformado por más de 600 vehículos y paralizado desde el pasado jueves por los numerosos ataques registrados en los últimos días, según informó el Sindicato de Trabajadores de Carreteras de Río Grande do Norte (Sintro).
La enésima crisis carcelaria en Brasil, una de los peores de la historia del país, se inició a comienzos de este año, cuando 56 personas fueron brutalmente asesinadas en una cárcel de la ciudad amazónica de Manaos, y posteriormente las matanzas se extendieron a otras prisiones del norte de Brasil.
En un centro penitenciario de Roraima murieron 33 reclusos y el número de víctimas en el interior de los presidios durante las tres primeras semanas del año asciende a más de 130.