SAO PAULO. En la fotografía de los bienes confiscados divulgada por el Gobierno de Amazonas aparecen también alrededor de 40 armas blancas y un machete de grandes dimensiones, los cuales fueron encontrados en el interior del Complejo Penitenciario Anisio Jobim (Compaj) de Manaos, capital del estado de Amazonas.
El Gobierno de Amazonas informó en un comunicado que la revisión forma parte de un “plan preventivo” desarrollado por el Comité de Crisis que acompaña la situación de la prisión.
“El principal objetivo es la retirada de materiales ilícitos que podrían ser usados para desestabilizar la unidad y promover alguna alteración”, añadió.
La inspección, que se ha repetido en otras prisiones de la ciudad, recolectó un rifle del calibre 32, dos decenas de teléfonos móviles y cuatro baterías, un router con conexión a Internet, drogas, un peso de precisión, además de un martillo, linternas y las armas blancas.
El Compaj fue el escenario de una sangrienta revuelta que duró 17 horas y en la que miembros de Familia do Norte (FDN) , supuestos aliados de la banda Comando Vermelho (CV), iniciaron una disputa con integrantes del Primer Comando de la Capital (PCC).
El balance final de la reyerta fue de 56 muertos, la mayoría miembros del PCC, que opera principalmente en el estado Sao Paulo, cifra que se elevó hasta los 60, pues otras cuatro personas fueron asesinadas en la Unidad de Prisión de Puraquequara (UPP), en la zona rural de Manaos.
A raíz de estos sucesos, un total de 184 presos huyeron durante los motines registrados entre el 1 y el 2 de enero, de los cuales 112 correspondían al Compaj y 72 a otro centro penitenciario de la capital amazónica.
Más de cien reos continúan hoy fugados, según el más reciente balance de la Secretaría de Administración Penitenciaria de Amazonas (Seap), ya que hasta el momento las autoridades solo han conseguido capturar a cerca de 70 internos.
El trágico episodio supuso la segunda mayor masacre en la historia carcelaria de Brasil tras el ocurrido en 1992 en una Casa de Detención de Sao Paulo, popularmente conocida como Carandiru, en la que murieron 111 reclusos, la mayoría a manos de la policía.
En una nueva crisis carcelaria, Brasil vivió el viernes otra jornada negra en su sistema penitenciario con el hallazgo de 31 presos encontrados sin vida en una cárcel de Boa Vista, capital del estado de Roraima, en el norte del país.
La cifra inicial dada por las autoridades fue de 33 personas fallecidas, pero la Secretaría de Justicia y Ciudadanía de Roraima la redujo a 31 en la tarde de este viernes.
Según el ministro de Justicia, Alexandre de Moraes, esta última masacre respondió a un ajuste de cuentas interno entre miembros del PCC, pero unos supuestos vídeos de la matanza divulgados por Whatsapp y citados por el diario Estadao, demostrarían que se trata una venganza por el suceso de Manaos.