Empresas británicas pagan a espías para obtener datos

LONDRES. Grandes compañías del Reino Unido como la aerolínea British Airways o el banco Royal Bank of Scotland pagaron a espías corporativos para que obtuvieran datos confidenciales de grupos de activistas con los que mantenían algún tipo de pleito.

La investigación fue revelada hoy por The Guardian. En un artículo en exclusiva, el periódico británico desvela labores de espionaje llevadas a cabo por encargo de cinco grandes empresas de este país, entre las que además de las citadas figura la marca de automoción Porsche, la manufacturera Caterpillar y la energética RWE enpower.

Todas ellas contrataron supuestamente a espías para recabar información secreta de grupos políticos o activistas contrarios a sus intereses. La contratación por parte de empresas de servicios de compañías de seguridad corporativa para espiar a activistas políticos es una práctica bastante extendida, según cientos de documentos filtrados a los que accedió ese diario.

La policía británica ya ha manifestado anteriormente su “enorme preocupación” ante el hecho de que las tareas que desempeñan esas empresas secretas de espionaje estén apenas reguladas y no se ajusten a ningún tipo de control.

Las revelaciones de The Guardian se apoyan en los documentos confidenciales extraídos de dos firmas corporativas de servicios de inteligencia. Una de esas empresas, C2i International, empleó a dos espías para obtener avisos por adelantado sobre futuras manifestaciones que se estaban organizando en protesta contra empresas a fin de ceder los datos obtenidos a las compañías afectadas.

Esas personas infiltradas fingieron ser activistas afines a las causas promovidas por los grupos en los que se introducían e incluso llegaron a ayudar a organizar manifestaciones, a las que también acudían. Ambos recabaron documentos internos secretos, entre los que figuran correos electrónicos o actas de reuniones.

Caterpillar, una de las empresas manufactureras más grandes del mundo, contrató los servicios de C2i International, para que obtuviera información confidencial sobre la familia de una activista que murió durante una manifestación, que estaba adoptando medidas legales contra la empresa.

Rachel Corrie, de 23 años, fue aplastada hasta la muerte en 2003 por una apisonadora militar israelí cuando participaba en una manifestación contra la demolición de hogares palestinos. Según revela The Guardian, la familia de la activista interpuso un pleito contra Caterpillar, alegando que esa firma era cómplice de crímenes de guerra al exportar apisonadoras a los israelíes, a sabiendas de que éstas podían emplearse para demoler hogares palestinos.

En 2007, jueces de un tribunal estadounidense rechazaron el caso, al concluir que no contaban con jurisdicción para dirimir sobre él. Nueve días después, la madre de la chica fallecida habló en una conferencia telefónica con unos 70 activistas de una campaña en apoyo del pleito interpuesto por su familia, y C2i obtuvo las notas referentes a esa llamada mediante espías infiltrados.

La madre de la activista, Cindy Corrie, señaló a The Guardian que consideró “realmente de muy mal gusto” la labor de los espías corporativos, cuando ella pensaba que hablaba para un grupo de simpatizantes. 

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