Schettino, apodado por la prensa “el capitán cobarde”, indicó que no desea participar en este nuevo juicio. Uno de sus abogados, Saverio Senese, se negó a hacer declaraciones al llegar al tribunal.
Esta primera audiencia sera una sesión bastante técnica.
El accidente ocurrió el 13 de enero de 2012, cuando el capitán del crucero de 114.500 toneladas decidió acercarse a la isla italiana de Giglio, en la Toscana, una maniobra arriesgada que provocó el choque del barco contra los arrecifes.
Schettino invocó “motivos personales” para justificar su ausencia en las audiencias de este juicio en apelación, según un texto que presentó ante las autoridades judiciales y que los medios italianos lograron procurarse. “A menos que los jueces estimen útil mi presencia”, agregó en el documento.
Schettino tomó esta decisión para evitar la “sobreexposición mediática” de la que fue objeto en el juicio en primera instancia en 2013.
“Vamos a pedir que se redefinan las responsabilidades de todos los protagonistas de este caso, y no solo la de nuestro cliente”, dijo a la AFP Donato Laino, uno de los abogados de Schettino, el único acusado por el naufragio del Costa Concordia.
Los abogados presentarán el naufragio como el resultado de un “accidente organizacional”. Apuntarán la responsabilidad de la compañía Costa, de los responsables del puerto vecino de Civitavecchia y del timonel indonesio del barco.
El tribunal de Grosseto (Toscana) condenó en 2015 a Francesco Schettino a 16 de cárcel por homicidio involuntario, abandono de nave y desastre medioambiental. Apenas se dio a conocer la sentencia, los abogados del excapitán presentaron un recurso en apelación. Posteriormente, la fiscalía de Grosseto también recurrió la sentencia y pidió la pena máxima de 26 años.
En sus conclusiones, los jueces estimaron que cuando Schettino abandonó la nave era consciente de que aún seguían a bordo cientos de personas. En el crucero iban a bordo 4.229 personas, incluyendo 3.200 turistas.
El fiscal tildó de “criminal” la decisión del capitán de realizar la arriesgada maniobra, con la que quería rendir homenaje, siguiendo una vieja tradición en Italia, a un comandante jubilado que pasaba las vacaciones en la isla y al jefe de los camareros del crucero, que nació allí. Asimismo, la fiscalía estimó que la orden de evacuar se dio demasiado tarde y que se hizo de forma improvisada.
Durante un interrogatorio, Schettino minimizó su responsabilidad, y dijo haber sido mal informado por su tripulación, poco profesional. Pero fue sobre todo su decisión de abandonar el navío, cuando cientos de pasajeros estaban aún a bordo, indignó a Italia, que no le perdona que violara la más elemental regla de la navegación.
El barco, que quedó semisumergido, fue reflotado y transportado en julio pasado al puerto de Génova para ser desguazado.