El emperador Akihito, quien sucedió a su padre Hirohito, dio a entender en agosto su deseo de abdicar. El soberano, de 83 años, teme que la vejez le impida en el futuro ejercer de forma plena su papel de “símbolo de la Nación”.
Pero, en virtud de la ley por la que se rige la Casa Imperial, el emperador de Japón no está autorizado a abandonar el trono mientras viva.
Naruhito, que este jueves cumplió 57 años, dio una rueda de prensa hace dos días en la que se declaró conmovido por el anuncio de su padre pero se mostró dispuesto a asumir el reto.
Sopesando mucho sus palabras y de forma indirecta, Naruhito afirmó que cada día es más consciente de la responsabilidad que esto implica.
“Quisiera entregarme en cuerpo y alma con seriedad y cumplir con mis obligaciones sin nunca dejar de tenerlo presente”, declaró. Añadió querer “desempeñar para la casa imperial un papel acorde con las necesidades de cada era”, las cuales “cambian de una era a otra, porque un viento nuevo sopla sobre cada una de ellas”.
Una comisión establecida por el gobierno hace un mes preconizó la adopción de una legislación especial para autorizar la abdicación del emperador.