El periodismo y el error de El País

El diario español El País cometió uno de los errores más notables del periodismo en el siglo XXI al publicar una foto falsa de Hugo Chávez y su descuido causa un debate sobre la importancia de la interacción con los lectores a través de internet.

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Pongámoslo de esta forma: el diario El País de España es (¿o era?) el diario más importante de habla hispana. El jueves pasado cometió el error más importante desde su creación, en mayo de 1976, al colocar una foto falsa de Hugo Chávez en su portada de la edición impresa y digital. Todas las alarmas sonaron, desde Caracas hasta Madrid; desde Buenos Aires hasta Londres.

Cuando sucede esto, los que amamos la profesión de periodista miramos con furia, tristeza y desazón; porque los reductos de transmisión al lector no hacen nada más que contaminarse. Sin embargo, el error mismo fue detectado gracias al internauta, en una clara demostración de que el oficio cambió. El País se apresuró a cortar su canal de distribución de la edición papel para reemplazarla por otra y quitó la foto, que estuvo por poco más de media hora, de su página web.

El mismo jueves 24, el diario reconoció su error con un artículo cerrado a comentarios. Al día siguiente hizo lo propio con una nota llamada “La foto que El País nunca debió publicar”.

El error parecía de principiantes, “de primero de carrera”, decían los comentarios. La foto falsa de Chávez intubado era una captura de pantalla de un vídeo que El País terminó comprando a una agencia por 15.000 euros (casi 80 millones de guaraníes), entonces, el diario decidió encargar el relato de cómo sucedió el error a dos de sus periodistas de investigación. El artículo se llama “Relato de un error en El País”, que aparece este domingo en la edición impresa y en la web. El artículo ya está abierto a comentarios y las agresiones llegan desde todas partes de América Latina y España.

Aquí viene un comentario en primera persona: el año pasado tuve la suerte de hacer durante un año el máster en Periodismo en la sede del diario. Los profesores eran, en su mayoría, periodistas o experiodistas de El País. La empresa marca muy bien la distancia entre periodistas, articulistas y dirección. Tal es así que dentro del enorme complejo del diario la redacción está separada de los periodistas de opinión y de la dirección administrativa del diario. Cada periodista es libre de dar la opinión que quiera y cuando quiera sobre la línea del periódico.

En octubre pasado y durante mi estadía en Madrid, el diario despidió a 129 periodistas, en su mayoría veteranos. Entre ellos, un profesor mío de periodismo digital, Antonio Fraguas. La excusa fue un plan de reestructuración económica del periódico. Recordemos que España atraviesa por una fuerte crisis económica. El cuestionamiento del sindicato del diario fue que el medio genera suficientes ganancias como para mantener a esos mismos periodistas. Es el mismo argumento que se cita hoy, el de prescindir de periodistas experimentados, para decir que el error fue por esos despidos. Al contrario, la decisión de publicar recayó entre los altos mandos.

Casi todos los profesores critican la prensa de América Latina por los errores que tiene (y que los sigue teniendo). Paraguay (y casi todos los periódicos de la región) es conocido por no tener corresponsales en el exterior, salvo excepciones de colaboradores. Los intereses informativos son diferentes, por supuesto. Es por ello que es complicado cuestionar cuando la situación regional es diferente en comparación a Europa.

En El País se enseña en los papeles un periodismo de primera, de excelencia. Leer el periódico es un placer. Cada edición tiene cerca de 40 páginas y dos o tres de clasificados. La narrativa es de primera, salvo, por supuesto, las excepciones normales de un diario; en donde todo mundo vive apurado y en donde hay horas de cierre. Pero, como siempre, del dicho al hecho hay un largo y extenso tramo en donde el éxito del trabajo final depende de la dedicación del equipo.

El caso de Chávez es y será histórico. Será comentado durante mucho tiempo en todas las clases de ética y en donde el tema del periodismo lo permita. Es un error que incumple las premisas básicas de cotejar las fuentes. El cómo, dónde y el cuándo están ausentes de la pieza informativa. El diario, sin el mismo destaque del error, pidió disculpas por el hecho.

Sin embargo, la competencia de El País –El Mundo– sacó todo el provecho que pudo sobre el caso.

El profesor de Investigación Jesús Duva recordó también el año pasado, con detalles, otro error de El País en el día del atentado del 11 de marzo de 2004, cuando una edición extra de El País publicó que los autores habían sido de ETA, cuando luego se comprobó que el culpable había sido Al-Qaeda.

Hoy, casi todos los comentarios en el portal de El País piden que alguien renuncie por este hecho. La desvinculación, en España, significa reconocer un error y dar un paso al costado para renovarse, en este caso, para devolver la credibilidad al medio.

Una nota personal de cierre: mi solidaridad para los excompañeros altamente profesionales que hoy deben sufrir que se les diga ‘sin experiencia’. Hacer buen periodismo implica una serie de factores que no se dan de la noche a la mañana. Lo de El País no tiene justificación, pero el lector debe entender que los que están detrás de las páginas fallan y necesitan, en la mayoría de las veces, segundas oportunidades.

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