El ayudante del secretario de Defensa, Bob Work, aseguró que la investigación del caso les enseñó “lecciones” que debían “aprender” e identificó “errores institucionales y de procedimiento que deben ser corregidos con urgencia”.
“El Departamento de Defensa asume toda la responsabilidad por estos errores, y ya estamos implementando cambios y recomendando procedimientos, procesos y protocolos para que un error en la seguridad de este tipo no vuelva a ocurrir”, indicó.
Las alarmas saltaron el pasado 27 de mayo, cuando se publicó por primera vez que el Pentágono había enviado por error muestras vivas de ántrax a laboratorios del Ejército en nueve estados y a uno en Corea del Sur, y la lista de estados y países que las recibieron aumentó durante las siguientes semanas.
Ahora, el Departamento de Defensa determinó que en total se enviaron muestras activas de ántrax a 86 laboratorios en 20 estados, el distrito de Columbia, Japón, Reino Unido, Corea del Sur, Australia, Canadá, Italia y Alemania.
Además, algunos de estos laboratorios reenviaron las muestras a otros, por lo que el total de centros que terminaron por recibirlas se incrementó hasta los 183.
El Pentágono distribuyó por error muestras de ese bacilo desde sus instalaciones de Dugway Proving Ground en Utah (EE.UU.) a los laboratorios pensando que estaban inactivas y eran inocuas, como parte de un programa para desarrollar un test que permita identificar amenazas ante posibles ataques biológicos.
El centro de Utah, el mayor productor de ántrax inactivo del país, cometió errores a la hora de asegurarse de que los bacilos no estaban vivos, ya que solo comprobó el 5 % de las muestras, una proporción a juicio de los investigadores “demasiado pequeña” para garantizar que todo el ántrax era inactivo.
“Creemos que había indicadores que podrían haber señalado a los responsables (de Dugway) que había un problema” , indicó Work, para añadir después que se ha iniciado un proceso para rendir cuentas a quienes se encontraban al frente del programa de ántrax del centro militar.