El PCCh llamó a sus miembros a mantener la “unidad cercana del Comité Central del PCCh con Xi Jinping como su núcleo”, según reza el comunicado emitido por la formación tras su reunión más importante del año, divulgado por la agencia oficial Xinhua.
Los alrededor de 370 miembros del Comité Central del PCCh se reunieron desde el lunes hasta hoy, jueves, en Pekín y a puerta cerrada para celebrar el llamado Sexto Plenario, en el que también aprobaron dos documentos sobre la disciplina del Partido.
La denominación de Xi como “líder central” añade un título más al presidente, al mando del Ejército a través de la Comisión Militar Central y del Comité Nacional de Reformas del país, entre otros cargos, y blinda su autoridad aún más de cara al XIX Congreso de 2017.
En él, que tendrá lugar en la segunda mitad de 2017, según anunció hoy el comunicado del plenario, habrá un crucial relevo de poderes, ya que cinco de los siete miembros -en principio todos menos Xi y el primer ministro Li Keqiang- del Comité Permanente, órgano supremo de la formación, serán sustituidos.
Se considera que es ahora cuando empieza la pugna por ocupar esos asientos, con Xi intentando promover a sus correligionarios en detrimento de otras facciones, en particular la de Shanghái y la Liga de Juventudes, representadas por los expresidentes Jiang Zemin y Hu Jintao, respectivamente.
La idea de denominar a Xi como “líder central” había surgido a comienzos de año, pero, mientras que fue bien recibida por un par de decenas de líderes provinciales, no tuvo la misma acogida por los miembros del Comité Permanente.
El concepto fue acuñado por Deng Xiaoping, precursor de la apertura china en los 80, quien señaló que los únicos “líderes centrales”, es decir, los que habían logrado casi absoluta autoridad, habían sido Mao Zedong, Jiang Zemin y él.
Además de la designación de “líder central” de Xi, el plenario aprobó dos documentos destinados a reforzar la disciplina del Partido, una nueva vuelta de hoja a la campaña anticorrupción que emprende el presidente desde su llegada al poder en 2013, considerada por muchos un arma política contra sus enemigos.
El texto incide en la necesidad de “controlar y sancionar severamente la corrupción, limpiar el ambiente y la vida política del Partido para crear una nueva atmósfera”.
“Los altos cargos (del PCCh), especialmente la dirección central, deben dar ejemplo y acatar las regulaciones”, punta.