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Francisco llegó ayer a Lituania para su recorrido por los países Bálticos, y en los discursos pronunciados hasta hoy e incluso en la homilía de la misa ha querido recordar los duros años de la ocupación soviética, pero también el periodo de la invasión nazi.
En el parque Santakos de Kaunas, tras celebrar una misa ante cerca de 100.000 personas, según la Iglesia local, Francisco habló de quien quiere “someter a los más frágiles, usar la fuerza en cualquiera de sus formas: imponer un modo de pensar, una ideología, un discurso dominante, usar la violencia o represión para doblegar”.
“Hace 75 años, esta nación presenciaba la destrucción definitiva del Gueto de Vilnia; así culminaba el aniquilamiento de miles de hebreos que ya había comenzado dos años antes”, recordó.
Y exhortó a hacer “memoria de aquellos tiempos” y pedir al Señor que “nos dé el don del discernimiento para detectar a tiempo cualquier rebrote de esa perniciosa actitud, cualquier aire que enrarezca el corazón de las generaciones que no han vivido aquello y que a veces pueden correr tras esos cantos de sirena”.
En Lituania, el único país con mayoría católica (cerca del 80% de la población) de los Bálticos, el Pontífice argentino recordó una “tentación sobre la que tendremos que vigilar con insistencia: el afán de primacía, de sobresalir por encima de los demás”.
“¿Cuántas veces ha sucedido que un pueblo se crea superior, con más derechos adquiridos, con más privilegios por preservar o conquistar?” interrogó.
El Papa se despidió exhortando a que se puede trabajar para dar “la atención delicada a los excluidos, a las minorías, para que alejemos de nuestros ambientes y de nuestras culturas la posibilidad de aniquilar al otro, de marginar, de seguir descartando a quien nos molesta y amenaza nuestras comodidades”.