El jefe de los 1.300 millones de católicos aceptó una invitación del Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEI), que celebra 70 años y representa a unos 500 millones de protestantes y ortodoxos a través de 350 iglesias. “A lo largo de la historia, las divisiones entre cristianos se han producido con frecuencia porque fundamentalmente se introducía una mentalidad mundana en la vida de las comunidades: primero se buscaban los propios intereses”, consideró el sumo pontífice.
Acompañado en la capilla del Centro Ecuménico de Ginebra por una mujer, la obispo metodista estadounidense Mary Ann Swenson, Francisco participó la mañana del jueves en una “oración ecuménica” junto a 230 personas. “Qué difícil es calmar la animadversión” y “escapar de las discrepancias y los rechazos mutuos que han sido alimentados durante siglos”, admitió, considerando que los cristianos hoy deben “caminar juntos”.
El Papa destacó que, a menudo, “por los caminos del mundo reina una profunda indiferencia”, mientras que el hombre se transforma en “esclavo de un consumismo frenético”, alejado de la espiritualidad. Utilizando otra idea a la que está apegado, Francisco lamentó un planeta donde “los niños y los ancianos se convierten en desechos molestos”.
Para Olav Fykse Tveit, un pastor luterano noruego que preside el CEI, “no es difícil encontrar temas que aún dividen a los cristianos”, como los referentes a la sexualidad, confió a la AFP antes de la llegada del papa argentino; pero “muchos cristianos, sean o no católicos, lo ven como una voz poderosa que expresa lo que queremos decir”, subrayó.
El papa Francisco quiso centrar su 23º viaje al extranjero en la unidad de los cristianos, una cuestión que se inscribió en las preocupaciones de la Iglesia católica durante su conocido Concilio Vaticano II (1962-1965), que llamó al respeto mutuo entre religiones y renunció a proclamar la Iglesia católica como la única definidora de la forma de vivir el cristianismo.
Un pequeño paso en una historia bimilenaria marcada por escisiones, sangrientas guerras en Europa y persistentes odios.
La relación con ortodoxos y protestantes vive un momento de apaciguamiento, en un contexto de galopante descristianización en Europa y de persecuciones o ataques terroristas contra los cristianos, especialmente en Medio Oriente. El papa Francisco habló en varias ocasiones de “ecumenismo de sangre” al lamentar el asesinato indiscriminado de católicos, ortodoxos o protestantes. “Si el enemigo nos une en la muerte, ¿quiénes somos nosotros para dividirnos en vida?”, dijo.
La Iglesia católica romana no quiere adherirse al CEI, que representa a iglesias nacionales en ocasiones muy locales, con doctrinas muy diferentes y que no reconocen la primacía del papa. No obstante, colabora activamente con la organización desde hace unos 50 años, en materia de ayuda humanitaria o educación.
En un guiño a Suiza, el Papa fue recibido a su salida del avión por dos ex guardias suizos, los estoicos soldados del Papa, que juran sacrificarse si es necesario por el pontífice. Es el ejército más antiguo del mundo —nació en 1506— y aún exige a sus miembros ser suizos, católico-romano practicantes y jóvenes solteros. El pontífice terminará su viaje con una misa ante 41.000 católicos, oficiada en francés y latín. De los alrededor de 8 millones de habitantes de Suiza, 41% se declaran católicos, y una cuarta parte, protestantes.