El papa argentino ha dejado claro, a pesar de la desilusión de los habitantes de la localidad romana, que no tiene intención de pasar sus vacaciones en el paradisíaco pero aislado palacio de Castel Gandolfo y, por tanto, ha decidido que sean los demás los que gocen de sus jardines.
Según informó Radio Vaticano, ya a partir de este mes será posible visitar la parte principal de la Villa, el jardín Barberini, diseñado por el genial artista renacentista y que además de sus bellezas naturales ofrece importantes joyas arqueológicas.
Con esa decisión, el pontífice argentino desea que el público pueda acceder “al arte esplendoroso y a la gloria de la naturaleza, que se han unido en ese lugar con un equilibrio admirable”, explicó en un comunicado el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci.
Las visitas serán guiadas y la entrada costará 26 euros, pero tendrá una reducción y ascenderá a 42 euros si se compra junto con el de los Museos Vaticanos.
El complejo arquitectónico de Castel Gandolfo está formado por tres Villas Pontificias, situadas en una zona de alrededor de 55 hectáreas ubicadas en los Castillos Romanos, y fueron cedidas a la Santa Sede con los Pactos Lateranenses en 1929, pues comenzaron a ser frecuentadas por Urbano VIII, en el siglo XVII.
En la visita se podrá contemplar el Viale dei Ninfei, el estanque presidido por una imagen de la Virgen, y conocido por ser uno de los preferido de Juan Pablo II y Benedicto XVI para descansar durante sus paseos, el anfiteatro romano, el jardín de las magnolias y de las hierbas aromáticas, o el criptopórtico, galerías subterráneas, construidas en época del emperador Domiciano.
El complejo pontificio también cuenta con una explotación ganadera con vacas, de las que todos los días se obtienen unos 600 litros de leche que el Vaticano vende en su supermercado y en algunas lecherías locales y una granja.
Benedicto XVI pasó siempre sus vacaciones en Castel Gandolfo huyendo del calor de Roma y permaneció durante los primeros meses tras la renuncia, mientras que Jorge Bergoglio acudió el 23 de marzo pasado a saludar al papa emérito; el 14 de julio para pronunciar el Ángelus y el 15 de agosto para la misa dedicada a la Asunción, pero nunca se ha quedado a dormir.