Tras esa sentencia del 26 de abril de 2018, la movilización a favor de la igualdad y en contra de la violencia sexual que sufren las mujeres se ha mantenido, con expresiones tan contundentes como la manifestación de este 8 de marzo, con cientos de miles de personas en la calle, y además, las reivindicaciones feministas han llegado a la agenda de los partidos políticos.
Pero esa acción de protesta y reivindicación ha tenido una reacción; ciertos grupos sociales han extendido la idea de que se está imponiendo un “feminismo radical” que no respeta los derechos de los hombres, recogida por el partido de extrema derecha Vox, que vive un gran auge en España en vísperas de los comicios legislativos del domingo.
Desde que en julio de 2016 se conoció que una joven había denunciado una violación por los cinco miembros de La Manada en las famosas fiestas de los Sanfermines de la ciudad de Pamplona (norte), se produjo una ola de solidaridad con la víctima, que se fue convirtiendo en indignación a medida que salían a la luz detalles de lo sucedido. La joven fue conducida a un rincón apartado del zaguán de una vivienda, donde los cinco acusados abusaron de ella, lo grabaron con sus teléfonos móviles y después la dejaron abandonada a su suerte.
Tras un juicio ampliamente seguido la indignación aumentó cuando se conoció que los autores fueron condenados a nueve años por abuso y no por violación o agresión sexual - que conllevaría más pena - al considerar el Tribunal de Pamplona que no se produjo violencia ni intimidación hacia la víctima.
La sentencia, no obstante, está pendiente de recurso ante el Tribunal Supremo tanto por la Fiscalía como por la defensa. En las calles de toda España se oyeron con fuerza los gritos de “no es abuso, es violación”, “nosotras sí te creemos” o el reiterado “no es no”.
Esa sentencia fue el catalizador para impulsar el movimiento feminista en España, después de que muchas mujeres sintieran que había sido una injusticia porque se cuestionó el testimonio de la víctima, al considerar que no se había resistido, y se minusvaloró la actuación de los agresores.
“La sentencia de La Manada ha servido como catalizador de la rabia de muchas mujeres ante ese sentimiento de injusticia y desprotección en el que te deja la Justicia cuando denuncias una agresión” , declaró a Efe la abogada de Women's Link Gema Fernández.
Según muchas de las asociaciones de mujeres, el apoyo social que recibió este caso ha impulsado el aumento de denuncias. De hecho, antes de este caso, ese tipo de violencia apenas estaba presente en los medios de comunicación, pero desde entonces se han denunciado más ataques e incluso a ese tipo de agresión sexual en grupo se le llama ahora “en manada”.
Además, también aumentaron la denuncias por otros delitos contra la libertad sexual. Según el Ministerio de Interior, solo en 2017 este tipo de delitos subió un 7,8 % respecto a 2016 y, entre ellos, las agresiones sexuales con penetración ascendieron un 10,6 %. La presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, Yolanda Besteiro, achaca este incremento a la toma de conciencia por parte de las mujeres de que esos comportamiento son “agresiones” y que ellas no son culpables ni responsables.
Las víctimas “se quitan el sentido de culpa, responsabilidad y vergüenza”, ha declarado Besteiro a Efe. Según explicó a Efe la presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, Ángeles Jaime de Pablo, lo que determina una agresión es el consentimiento, por lo que propone una reforma en la legislación española, “de manera que la exigencia de comprobar si la persona está consintiendo expresamente esa conducta esté en quien la impone y no en quien la sufre”.
En este sentido, el gubernamental Partido Socialista (PSOE) propone en su programa para las elecciones del domingo reformar el Código Penal para que “si una mujer no dice sí, todo lo demás es no”, visión que también comparte la coalición de izquierda Unidas Podemos.
Este caso de La Manada “ha sido nuestro #meToo particular”, explica Gema Fernández, quien recuerda la repercusión que tuvo la iniciativa de la periodista y escritora Cristina Fallarás, cuando a través de la etiqueta #cuéntalo animó a las mujeres a que hablaran de sus experiencias personales en casos de acoso sexual y otras agresiones.
Esta iniciativa llegó en cuestión de días a México, Argentina y otros países de Latinoamérica. En apenas dos semanas se registraron unas 160.000 denuncias y el proyecto se unión al movimiento argentino #ni una menos.
Como reacción al impulso del movimiento feminista, ciertos grupos, que se empeñan en negar la violencia de género, se han movilizado contra lo que llaman “feminismo radical”, y han encontrado en el partido Vox un altavoz a sus reivindicaciones.
“No es por casualidad que precisamente Vox ponga el acento en negar la existencia de la violencia de género (...) porque es el arma que utiliza el sistema patriarcal para mantener la posición de desigualdad entre hombres y mujeres y perpetuarla”, según Besterio.