Allí, organizaciones y voluntarios siguen auxiliando a los refugiados para los que reclaman una mayor atención de los gobiernos europeos.
Si bien a principios de esta semana hubo una significativa reducción del número de llegadas con respecto a octubre debido a un temporal, en los últimos días los botes han vuelto al mar. Así lo explica a Efe un asesor del ayuntamiento de Lesbos, que precisa que los dos campos de recepción acogen a diario a entre 1.000 y 2.000 refugiados y migrantes.
“No hay cambios significativos con respecto a las llegadas, pero sí en la organización. Ahora no tenemos problemas porque hay una coordinación adecuada”, afirma este trabajador público. Además, explica, se mantienen los seis transbordadores diarios que hacen la ruta desde Mitilene, capital de la isla, hasta el puerto de El Pireo, en Atenas.
En estos meses la recepción y el proceso de registro han mejorado mucho, después de la dramática situación que vivió Lesbos en septiembre, cuando llegó a haber en torno a 20.000 personas hacinadas en las calles a la espera de trasladarse a la península. Fueron las imágenes de personas ahogadas las que llevaron a la ONG catalana ProActive Open Arms a trasladarse a Lesbos.
Jordi García, uno de sus socorristas que acaban de regresar de la isla, reclama una intervención más activa de la Unión Europea (UE) para evitar que aumenten las muertes. “Hemos sacado niños del agua con hipotermias severas. Eso va a ir en aumento. Vemos un inmovilismo total, una doble hipocresía”, critica García en declaraciones a Efe.
En pocos meses, un equipo de esta ONG, que empezó con cuatro miembros y ahora tienen nueve sobre el terreno, ha conseguido coordinar la actuación de varias organizaciones desde su base en el norte de la isla, donde llegan las barcazas por la proximidad con la costa de Turquía. “En todo momento hay un equipo en la playa. Tenemos una radio conectada y también dos equipos de visión nocturna y un sonar. Cuando avistamos una barca, alertamos a los otros voluntarios y hacemos la recepción”, explica García.
Él es enfermero, pero acudió a esta isla del mar Egeo para hacer de socorrista, una profesión que ha desempeñado durante años. “Había muchos voluntarios en tierra, pero no en el agua. Estaban a cien metros de la playa y muchos se ahogaban”, destaca García, que avanza su intención de volver en enero.
El trabajo de ProActive Open Arms se ha hecho tan visible que ha conseguido una embarcación de rescate -cedida por un ciudadano británico afincado en Grecia-, pronto tendrán otra y dos motos de agua, muy eficaces para los rescates en las rocas. Todo ello a través de donativos y campañas de micromecenazgo, que les van a permitir permanecer en Lesbos al menos hasta finales de año y empezar a trabajar en la cercana isla de Quíos. “Estaremos hasta que se termine el dinero o acabe esta situación. Mientras haya gente que se ahogue en el agua, allí estaremos”, afirma el socorrista.
Desde la semana pasada está también en Lesbos y Quíos un equipo español de Médicos del Mundo que llegó para reforzar a la organización griega bajo la coordinación de Pino González. “Todas las organizaciones humanitarias pedimos que se cumpla el derecho humanitario internacional. No se trata de un país u otro, por encima están los derechos humanos”, recalca esta enfermera en declaraciones a Efe.
Médicos del Mundo cuenta con tres puntos en los dos campos de recepción de Lesbos, para ofrecer atención médica y psicosocial. A la dificultad del viaje, la escasa comida y las condiciones de hacinamiento, se une la dificultad de tener que afrontar la pérdida no solo del estatus social y económico y de un plan de vida, sino la muerte de familiares, cuenta esta profesional.
González, que ha ejercido en países como Haití, Nepal, Sierra Leona, Mauritania o Mozambique, señala que lo que más le sorprende de esta crisis humanitaria es que se desarrolla dentro de las fronteras de Europa y afecta a gente que, por lo general, tenía antes un buen nivel de vida.
Si bien las demandas de las autoridades de Lesbos han dado sus frutos, ya que esta semana se ha instalado un grupo de trabajo de la Unión Europea para conocer de primera mano la situación y mantener una comunicación directa con la Comisión Europea, el ayuntamiento demanda que la atención no disminuya.
“Si el tiempo mejora van a continuar llegando. La Unión Europea y la comunidad internacional tienen que intervenir porque el problema no está resuelto”, asegura el asesor municipal, que recalca que las mafias rebajan el precio del viaje cuando hay mala mar, lo que dispara el riesgo de naufragio.