El factor suerte en el ataque al tren Thalys podría no volver a presentarse

La aparente falta de experiencia del atacante del tren Thalys Amsterdam-París y el heroísmo de algunos pasajeros evitaron una matanza, pero los expertos subrayan el factor suerte ocurrido en este caso y estiman que otras tentativas sí podrían tener éxito.

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PARÍS. “Creo que su arma se encasquilló...tuvimos todos muchísima suerte”, resumió este fin de semana el británico Chris Norman, uno de los pasajeros que ayudó a neutralizar al marroquí Ayoub El Khazzani.

Evocando la tentativa fallida de atentado realizada en abril contra una iglesia de Villejuif (periferia de París) por Sid Ahmed Ghlam, un comisario de la policía francesa, cercano a los servicios de inteligencia, declaró, pidiendo el anonimato, que “fue ya un milagro. Esta vez es otro milagro. Pero después de dos milagros seguidos es poco probable que haya un tercero”.

“Las diferentes redes (yihadistas) tienen la posibilidad de suministrar armas a cualquier individuo. Hasta ahora esa estrategia no ha funcionado verdaderamente... Hasta el día que funcione”, agregó.

Contrariamente, por ejemplo, a los comandos de Al Qaida que pasaron meses planificando y entrenándose para el 11 de septiembre de 2001, varios autores de recientes ataques en Francia dieron muestras de amateurismo, administrando mal su estrés, olvidando un documento de identidad en el automóvil, en un caso, utilizando de mala manera las armas de guerra, en otros. Pero estadísticamente, a raíz del número creciente de voluntarios dispuestos a atacar blancos civiles en Occidente, siguiendo las exhortaciones a través de internet de Al Qaida y del grupo Estado Islámico, parece fatal que un día un agresor con sangre fría, bien entrenado, logre su cometido.

En el caso del tren Thalys, “está claro que hemos tenido suerte”, confirmó Alain Chouet, ex jefe de un servicio francés de inteligencia.

“El individuo que se dispara en el pie o que no sabe utilizar un Kalachnikov no es cosa de todos los días. Pronto habrá uno que no olvidará el seguro del arma. Y entonces tendremos un gran problema”, estimó.

En el caso de El Khazzani, los más probable es que no haya armado correctamente el cargador del Kalachnikov, declaró a la AFP Jean Gillet, instructor de tiro especializado en armas de guerra.

“Sin duda estaba estresado, o se había drogado para soportar el estrés” , lo que significa que estaba en un estado de “atención reducida, que lo llevó sin duda a montar mal el cargador”, agregó.

“En ese caso el cargador no está ajustado y, cuando se dispara, se golpea una cámara vacía y el tiro no sale (...) Se trata sin duda de falta de entrenamiento. Cuando se forma a un soldado, la repetición de las manipulaciones sirven para crearle automatismos”, agregó.

Aunque fracasen, esas operaciones llevadas a cabo por voluntarios mal formados o poco experimentados alcanzan en parte su objetivo: ocupar la primera plana de los periódicos, crear una psicosis en la población, señalan expertos.

“Tenemos en frente a gente (los instigadores) que reflexiona mucho, incluso en términos de coste”, explicó el comisario francés.

“Esas acciones tienen un enorme impacto en los medios de información y no cuestan nada. Es una estrategia sumamente pensada, porque esos individuos que pasan a la acción, a los que se considera como ineptos, no son seguidos activamente por los servicios” precisamente por eso.

Según Alain Chouet, “es necesario tener la valentía de considerar que un día tendremos menos suerte y habrá quince muertos o más. Los dirigentes políticos lo dicen veladamente”, como el primer ministro Manuel Valls “lo hizo al afirmar que se trata de un fenómeno con el cual vamos a tener que acostumbrarnos a vivir”. Pero “sin duda no lo han dicho con bastante vigor y autoridad”, agregó.

“Estamos en guerra, y durante las guerras hay tragedias”, sostuvo Claude Moniquet, director en Bruselas del European Strategic Intelligence and Security Center, estimando que los “políticos no pueden prometer después de cada ataque que eso no volverá a ocurrir”.

“Volverá a ocurrir”, aunque “estadísticamente, el riesgo de que uno se vea involucrado en una acción terrorista es infinitesimal”, añadió.

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