En un mismo día, tres supuestos o confirmados autores de matanzas compartieron titulares en los medios estadounidenses con historias que tenían un rasgo común: el fácil acceso a las armas de fuego.
La coincidencia reavivó los pedidos para que el Congreso reforme la legislación federal sobre armas, algo que ha fracasado una y otra vez tras la masacre en la escuela de Newtown, Connecticut, en 2012, que dejó 20 niños muertos.
“Este es uno de los días más importantes en la historia de Estados Unidos en lo que concierne a la violencia por armas de fuego”, afirmó en un comunicado Dan Gross, presidente de Brady Campaign to Prevent Gun Violence.
“El mismo día que un jurado dictó sentencia contra un hombre que cometió una masacre en un cine en Colorado, otro mató a cuatro marines estadounidenses”, advirtió. “Si esto no lleva a quienes toman decisiones políticas a detener o a reflexionar sobre el impacto de la violencia por armas de fuego en nuestro país, ¿qué podría hacerlo?”, se preguntó Gross.
Gross se refería a James Holmes, de 27 años, el estudiante de doctorado en neurociencias que mató a 12 personas e hirió a otras 70 durante la proyección de “The Dark Knight Rises” en Aurora, Colorado, en julio de 2012.
Fue condenado por 165 cargos el jueves, el mismo día en que el estadounidense-kuwaití Mohammad Youssuf Abdulazeez, de 24 años, mató a balazos a cuatro marines en Chattanooga, Tennessee (sur), antes de ser abatido por policías.
Los investigadores sostienen que están analizando “todas los ángulos posibles” del caso, incluyendo la eventualidad de que Abdulazeez estuviese vinculado a alguna organización terrorista global.
Gross también pudo haber hecho referencia a Dylann Roof, de 21 años, acusado de perpetrar la masacre de nueve negros el 17 de junio durante una sesión de lectura de la Biblia en una histórica iglesia metodista de Charleston, en Carolina del Sur. Roof tenía la esperanza de que su acción desatara una guerra racial.
Los asesinatos masivos -definidos por el FBI como aquellos que dejan al menos cuatro víctimas- representan apenas el 1% de todos los asesinatos en Estados Unidos, según un análisis de los datos del FBI citado por el diario USA Today.
Sin embargo, ocurre uno cada dos semanas, aseguró el diario. A menudo acaparan la preocupación de los estadounidenses como no logra hacerlo ningún otro tipo de crimen.
“El fácil acceso a armas de fuego cada vez más letales es el primer, y casi constante, factor común de estos ataques” , dijo Josh Sugarmann, director ejectuvo del Violence Policy Center (Centro de Políticas sobre Violencia) en Washington.
“Vidas perdidas, familias devastadas, comunidades atemorizadas; sin embargo, demasiado a menudo buscamos respuestas ignorando precisamente los instrumentos habitualmente empleados para perpetrar esos actos odiosos”, aseguró.
La tragedia de diciembre de 2012 en Newtown —en la que también murieron seis docentes— indujo al presidente Barack Obama a pedir controles más estrictos en la venta de rifles como el que utilizó el joven Adam Lanza, de 20 años, para perpetrar la matanza en esa escuela.
Pero es tal la influencia de la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por su sigla en inglés) y de la industria de armas en el Congreso que el Senado nunca aprobó un proyecto de ley que exigía el previo control de los antecedentes de todos los aspirantes a comprar armas.
Desde entonces, una encuesta del Pew Research Center de finales de 2014 reveló que —por primera vez en más de dos décadas— más estadounidenses apoyaban el derecho a poseer armas (52%) que un control de las mismas (46%).
Incluso controles limitados de los antecedentes no garantizan que se pueda impedir la venta de armas a alguien con antecedentes delictivos.
Tal fue el caso de Roof, quien se las ingenió para adquirir la pistola Glock calibre 45 que usó en la matanza de Charleston, gracias a las lagunas del sistema de registro de antecedentes, admitió el director del FBI, James Comey.
Los investigadores aún deben revelar cómo obtuvo Abdulazeez las armas que dicen que usó para realizar la masacre del jueves en Chattanooga.
Por su lado, Holmes logró comprar, en persona y en línea en los meses previos a la masacre de Colorado, dos pistolas Glock, un rifle semiautomático y 6.300 municiones. Lo hizo de forma enteramente legal, según declaró un agente policial en la audiencia preliminar del juicio en 2013.