A finales de 2014, este grupo nacido en Irak conquistó un tercio del país petrolero. A día de hoy ha perdido el 90% de ese territorio, incluida la segunda ciudad más importante, Mosul, desde donde había proclamado un “califato” a caballo entre Siria e Irak.
En Siria, el EI tuvo que ceder más del 60% de su capital autoproclamada, Raqa (norte), ante una ofensiva de la alianza kurda-árabe respaldada por Estados Unidos. También está amenazado por las tropas del régimen del presidente sirio Bashar al Asad en la última provincia bajo su control: Deir Ezor (este).
De la mitad del territorio sirio que llegó a controlar, le queda un 15%, afirma a la AFP el geógrafo Fabrice Balanche, especialista en Siria en la Universidad de Lyon (Francia). Es tres veces menos que el régimen sirio, en poder del 50% de este país devastado por la guerra, y que las fuerzas kurdas (23%), añade.
En Irak y en Siria, “el proyecto de gobierno del EI está en apuros, pero el EI no está derrotado”, recalca no obstante Ludovico Carlino, experto en movimientos yihadistas del centro de investigación IHS Country Risk.
La pérdida de Raqa, una ciudad simbólica (junto con Mosul) del proyecto “estatal” de los yihadistas, tendrá “repercusiones enormes para el EI en términos de propaganda”, según Carlino, pero el grupo se replegará en el desierto sirio-iraquí.
El Valle del Éufrates, que discurre por la provincia de Deir Ezor en el este de Siria hasta Al Qaim, en el oeste de Irak, se convertirá en “la plataforma de lanzamiento de la insurrección, con el EI de nuevo en la clandestinidad”, afirma.
Según la coalición internacional anti-EI liderada por Estados Unidos, entre 5.000 y 10.000 combatientes y comandantes yihadistas ya han huido de Raqa.
El EI “ha trasladado todas sus instituciones administrativas” a esta zona de 160 kilómetros y controla campos petroleros, declara Carlino a la AFP . Un bien preciado para el grupo extremista cuyos “ingresos petroleros mensuales bajaron un 88%, y los de las tasas y confiscaciones un 79%, con relación a 2015”, asegura.
Diferentes fuerzas preparan la batalla en el Valle del Éufrates, una zona entre Irak y Siria donde quieren cercar al EI: las del régimen sirio apoyadas por Rusia, las de las fuerzas iraquíes y las FDS respaldadas por Estados Unidos.
Los yihadistas han comenzado a cavar túneles y a montar cadenas de fabricación de explosivos y de coches bomba, afirman militares de la coalición internacional. Porque, según Balanche, “como la pérdida de Raqa está cantada, la toma completa de Deir Ezor por el ejército sirio marcará un giro decisivo”.
Esto explica el nerviosismo del EI en Deir Ezor. “Han cerrado todas las entradas de la ciudad, cada barrio, cada calle, y minado los márgenes de las ciudades”, explica a la AFP el militante Omar Abu Leïla, presente en la capital de esta provincia.
Para evitar “ser descubiertos y que los infiltren justo antes de la batalla, han diseminado más espías y detienen a todos los jóvenes en las calles”, añade. En cuanto expulsen a los yihadistas de Siria e Irak se planteará el tema de las relaciones entre las distintas poblaciones del país, las mayoritarias y las minoritarias.
La unión entre kurdos y árabes ¿aguantará ante las veleidades de hegemonía e independentismo?
“Dejará el régimen sirio que otras fuerzas controlen partes de un país en el que lleva seis años intentando derrotar a rebeldes y a yihadistas? Los habitantes de Deir Ezor -asediados, hambrientos, sin agua ni electricidad- tienen tanto miedo de la batalla como de lo que sucederá después.
“Temen que las FDS se pongan de acuerdo con el régimen para entregarle el territorio arrebatado al EI”, afirma Omar Abu Leila. El otro “gran miedo es que las milicias de Irán masacren a los civiles para vengarse poniendo como excusa que estaban con el EI”.
Estas divisiones étnicas y interconfesionales sirvieron en el pasado de abono para la propagación del EI frente a Estados incapaces de reconciliar a las distintas comunidades, advierten los expertos. Según Balanche, algunos de los miembros del EI “continuarán con la yihad en otra parte”.