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Ivanka estaba planeando su primer viaje a África, pero todavía no lo había anunciado.
Melania Trump pasó cinco días del mes pasado en Ghana, Malaui, Kenia y Egipto, un viaje que mayormente generó cobertura positiva, rematada con un reluciente especial de una cadena televisiva. En breve, la hija mayor del presidente y su principal asesora le seguirá los pasos, ya que viajará a África con el senador republicano de Carolina del Sur Lindsey Graham, uno de los más leales defensores del presidente.
Madrastra e hijastra han dado razones distintas para justificar su interés en el continente, que Donald Trump aún no visita y cuyo comentario peyorativo para describir a los países africanos trascendió. Melania Trump usó su viaje para evidenciar la pobreza y su iniciativa Be Best, mientras que el viaje de Ivanka Trump, tentativamente programado para enero, exaltará su función como enlace informal de la Casa Blanca con miembros del Congreso y su interés en el empoderamiento económico.
No obstante, las visitas contrapuestas también sugieren el delicado balance que enfrenta el personal de la Casa Blanca para gestionar las actividades de la primera dama y la principal asesora del presidente, quien ha recibido con los brazos abiertos el título de primera hija.
Según se dice, las dos mujeres tienen una dinámica complicada e interactúan poco como parte de sus funciones. No obstante, no han auspiciado una iniciativa conjunta únicamente a cargo de los miembros de su personal desde que Melania Trump se mudó por completo a la Casa Blanca el año pasado, después de pasar los primeros meses del mandato de su esposo con su hijo en Nueva York. Casi no han aparecido juntas y claramente consideran que sus funciones difieren.
Melania Trump, de 48 años, prefiere permanecer mayormente en privado. Ivanka Trump, de 37 años, ha buscado desde los primeros días del gobierno de Trump definir su función como asesora y creadora de políticas, al hacerse de una oficina en el Ala Oeste de la Casa Blanca, donde se encuentran el presidente y su personal, luego de que se diera a conocer inicialmente que posiblemente se instalaría una oficina de la familia Trump en el Ala Este, tradicionalmente destinada a la primera dama.
Además de expandir su propia presencia en la Casa Blanca, Ivanka Trump ha definido en ocasiones, de manera intencional o no, la función de su madrastra en términos más limitados.
Los amigos dicen que su enojo ha sido evidente cuando se le hacen preguntas que ella considera que tradicionalmente son más acordes con las responsabilidades de la primera dama; entre amigos, ha desechado preguntas sobre si estaría involucrada en los esfuerzos de conservación de la Casa Blanca y ha dejado claro que estaba en la sede presidencial estadounidense para trabajar en cuestiones de políticas importantes, una estrategia que algunos aliados interpretan se hizo por respeto a Melania Trump.
Tanto la hija como la esposa influyen en el presidente, pero ejercen su influencia de manera distinta. A principios de este año, la primera dama, quien ha tratado de dejar claro que está dispuesta a estar en desacuerdo con su marido, habló públicamente sobre su descontento con la política de separar a los niños de sus padres después de cruzar la frontera ilegalmente y ha hecho varios viajes a la región.
Ivanka Trump también se pronunció sobre el tema, pero solo se supo que su hija lo había exhortado a cambiar la política cuando Donald Trump se lo comentó a un grupo de republicanos del Congreso.
Los historiadores han batallado para contextualizar la relación entre las dos mujeres.
Katherine Jellison, catedrática de la Universidad de Ohio que estudia el papel de las primeras damas, dijo que había pocos antecedentes históricos de una primera hija adulta y una primera dama cuyas funciones se traslaparan a este grado. El paralelo más cercano, comentó, sería entre Eleanor Roosevelt, la esposa del presidente Franklin D. Roosevelt, y la madre de él, Sara Delano Roosevelt.
“Ambas tenían una gran influencia en el entonces presidente”, comentó Jellison.
“En el caso de Melania e Ivanka Trump, por otra parte, algunas veces una de ellas está ‘al frente’ y algunas veces es la otra”, agregó.
A medida que su función evoluciona, Ivanka Trump ha hecho saber a los amigos de la familia con la mayor claridad posible que ella está en la Casa Blanca para ayudar a su padre mediante su encanto y contactos a acortar la brecha con la burocracia de Washington, en especial en el Congreso. Algunas veces enfatiza su función oficial como parte del personal de la Casa Blanca durante las controversias del Ala Oeste, mientras que otras, subraya la de hija del presidente.
Al igual que su padre, Ivanka Trump está muy al tanto de su cobertura noticiosa: un grupo alternante de asesores de la Casa Blanca ha tratado con frecuencia de darle crédito en los medios por los temas en los que ha trabajado. La oficina de prensa de la Casa Blanca suele resumir sus reuniones y enviarlas por correo electrónico a los reporteros, una estrategia que no se extiende rutinariamente a otros asesores de alto rango de Donald Trump.
Stephanie Grisham, vocera de Melania Trump, no habló directamente de la relación entre la primera dama y la primera hija.
“La oficina de la primera dama se centra en sus iniciativas y trabaja de manera independiente”, comentó Grisham en una declaración, “pero con frecuencia colaboramos en distintos proyectos con el Ala Oeste y tenemos una relación laboral muy positiva”.
Un funcionario de la Casa Blanca que habló con la condición de anonimato insistió en que no había tensión entre ambas: “La primera dama e Ivanka tienen una gran relación. Como mujeres fuertes e independientes, cada una tiene su agenda única, pero siempre se apoyan en lo personal y lo profesional”.
Además, una persona cercana a Ivanka Trump insistió en que la hija del presidente trataba de evitar inmiscuirse en los asuntos de su madrastra cuando describió ciertos deberes dentro del ámbito del Ala Este.
En cuanto al viaje pendiente de Ivanka Trump a África, los asesores de la Casa Blanca manifestaron que Graham la invitó hace varios meses, pero ella lo reprogramó para permitir que la primera dama hiciera el suyo y el secretario de Estado hiciera otro.
Las personas que tienen información sobre el viaje comentan que Bill Shine, director de Comunicación de la Casa Blanca, ha estado ayudando a moldear la cobertura de la visita.
Al igual que el viaje de la primera dama, podría incluir el especial de una cadena de televisión.