El intercambio de disparos “entre las fuerzas de seguridad y los terroristas” en el pueblo de Kerdasa, en las afueras de El Cairo, se saldó con la muerte del general Nabil Farrah, jefe adjunto de la policía de la provincia de Guizeh, según un responsable de seguridad.
El gobierno instalado por el jefe del ejército, el general Abdel Fatah al Sisi, juró erradicar el “terrorismo” en Egipto, que atribuye a los simpatizantes de Mursi -derrocado el 3 de julio por el ejército- y al movimiento islamista de los Hermanos Musulmanes.
Cientos de manifestantes que exigían el retorno de Mursi murieron en la represión de agosto, así como decenas de policías y soldados en enfrentamientos y ataques. Más de 2.000 miembros de los Hermanos Musulmanes han sido arrestados, entre ellos la gran mayoría de jefes de la cofradía.
A primeras horas de la mañana, la policía y el ejército tomaron por asalto el pueblo de Kerdasa, controlado por grupos islamistas.
El 14 de agosto murieron en esta localidad 10 policías en un ataque contra la comisaría, pocas horas después de que empezara en El Cairo la violenta dispersión de los partidarios del presidente Mohamed Mursi.
“La operación tiene por objetivo desalojar a los elementos terroristas del pueblo” y “encontrar a los autores de la masacre del 14 de agosto”, dijo un responsable de seguridad.
Ese día, mientras soldados y policías mataban a cientos de manifestantes favorables a Mursi en las plazas Rabaa al Adawiya y al Nahda del centro de El Cairo, la televisión del Estado difundía las imágenes de los cadáveres mutilados de los policías de Kerdasa.
“Las fuerzas de seguridad continúan la operación en Kerdasa”, dijo a la AFP un portavoz del ministerio del Interior, Hani Abdel Latif, tres horas después de que comenzara el ataque.
Catorce sospechosos han sido capturados y “no nos detendremos hasta que hayamos limpiado el pueblo de todos los terroristas y criminales”, añadió.
El lunes, el ejército tomó el control de Delga, una ciudad de 120.000 habitantes en el centro de Egipto, en manos desde hace un mes de partidarios de Mursi, a los que las autoridades acusaban de haber quemado iglesias.
“Delga y Kerdasa figuran entre las consecuencias más nefastas del régimen de los Hermanos Musulmanes”, apuntó Latif.
Muestra de la latente tensión en el país, donde los ataques se han multiplicado en los últimos días, el tráfico en el metro de la capital fue interrumpido el jueves por la mañana durante una hora tras una alerta de bomba. Sin embargo, los dos presuntos explosivos descubiertos en las vías de una estación del sur de la capital resultaron ser falsos.
Se trataba en realidad de “sacos de cemento de los que salían cables eléctricos para hacer creer que eran bombas (...) pero no contenían ninguna sustancia explosiva”, dijo a la AFP un responsable del ministerio del Interior.
Tras el golpe militar del 3 de julio, que provocó la destitución y el arresto de Mursi, el ejército instituyó un gobierno provisional encargado de redactar una nueva constitución y de organizar elecciones legislativas y presidenciales a principios de 2014.
Desde entonces, las fuerzas de seguridad egipcias llevan a cabo una campaña de represión contra los partidarios de Mursi, a los que califican de “terroristas”.