En un discurso con motivo del 72 aniversario de la creación de las Fuerzas Armadas birmanas, el general Min Aung Hlain calificó de amenaza a la soberanía nacional la presencia en el país de la comisión organizada por Naciones Unidas.
“Nuestra responsabilidad, basada el espíritu del Ejército, es prevenir este tipo de acciones (...) porque pueden dañar la soberanía nacional”, dijo el militar, según el medio Irrawaddy.
Ming Aung Hlain insistió en la postura oficial de que los rohinyas (denominación que no reconocen las autoridades birmanas y cuyo uso prohíben) son bengalíes que no pertenecen a Birmania.
El Ministerio de Asuntos Exteriores birmano, que dirige la nobel de la paz Aung San Suu Kyi, dijo el viernes pasado, después de que la ONU anunciase la investigación internacional, que la misión “hará más por inflamar que por resolver los problemas”.
La decisión de la ONU “no responde a la situación sobre el terreno y las circunstancias nacionales”, añadió Exteriores.
El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó el viernes enviar con carácter de urgencia una misión internacional a Birmania para que investigue las recientes presuntas violaciones de derechos humanos por parte de fuerzas militares y de seguridad en particular en el estado de Rakáin (oeste).
La misión debe centrarse, pero no limitarse, en torturas y tratos inhumanos, detenciones arbitrarias, violaciones y otras formas de violencia sexual, ejecuciones extrajudiciales, asesinatos arbitrarios o sumarios, desapariciones forzosas, desplazamientos forzados y destrucciones ilegales de propiedades.
Unos 70.000 rohinyás han cruzado a Bangladesh para huir de la operación lanzada por el Ejército en Rakáin el pasado octubre contra un grupo terrorista que atacó tres puestos fronterizos.
El colectivo rohinyá es uno de los asuntos sensibles en la política birmana, que está condicionada por grupos radicales budistas que llevaron al Ejecutivo anterior a adoptar múltiples medidas discriminatorias contra esta comunidad, incluida la privación de movimientos.
De los 1,5 millones de rohinyás que se calcula viven en Birmania, alrededor de un millón reside en Rakáin.