Los tiroteos, que empezaron el domingo por un aparente choque entre bandas rivales, volvieron a sonar con fuerza durante la mañana del viernes en esta favela de alrededor de 70.000 habitantes, ubicada en un cerro cercano al rico barrio de Leblon.
Imágenes caseras difundidas por medios locales muestran a hombres armados con rifles y pistolas disparando a mansalva en las estrechas calles de este conjunto de casas autoconstruidas.
La carretera contigua a la favela, una arteria principal que conecta el sur con el oeste de la ciudad, está cerrada por decenas de policías fuertemente armados, constató la AFP.
Un autobús fue incendiado cerca del túnel que pasa debajo de Rocinha y se aprecian señales de humo en varios puntos de la favela. Numerosos vecinos se vieron obligados a resguardarse en sus casas y las clases también se suspendieron.
Los pocos habitantes que salían caminando y atemorizados del lugar no quisieron hablar con la prensa por miedo a represalias. Una mujer que vive en el lugar hace 43 años se limitó a decir que nunca había vivido algo parecido.
El gobernador del estado de Rio, Luiz Fernando Pezao, pidió ayuda al Ejército.
El ministro de Defensa, Raul Jungmann, aceptó el pedido y anunció el refuerzo de 700 militares para cercar la barriada, de modo que la policía pueda liberar efectivos para sus tareas.
Los soldados deben llegar por la tarde, dijo el jefe de la primera división del Ejército, Mauro Sinott, a periodistas.
Otras favelas de Rio registraban también tiroteos este viernes. La violencia ha recrudecido en los últimos meses en Rio de Janeiro, incluso en favelas que estaban oficialmente “pacificadas” por la instalación desde hace años de Unidades de Policía Pacificadora (UPP).
En Rocinha, con una UPP desde 2012, la situación salió de control el domingo, cuando miembros de una banda de traficantes entraron a la favela para enfrentar a rivales, dejando al menos un muerto y tres heridos.
El miércoles, el gobernador Pezao dijo públicamente que había ordenado a la policía no intervenir en Rocinha para evitar riesgos a las miles de personas que usan la carretera debajo de la favela, que lleva al lugar donde se realiza el festival Rock in Rio.
Pasados los Juegos Olímpicos de 2016, Rio está cerca de la bancarrota, con retrasos en el pago de salarios a miles de funcionarios, incluidos policías.