El gobernador de ese estado del sur del país, John Bel Edwards, habló de inundaciones “sin precedentes”, y afirmó que más de 10.000 personas, esencialmente en los alrededores de la capital, Baton Rouge, habían pasado la noche del domingo al lunes en refugios.
La portavoz del gobernador, Shauna Sanford, dijo que seis personas murieron en las inundaciones. Unas 40.000 casas y negocios se quedaron sin energía.
El presidente Barack Obama declaró el estado de catástrofe natural que permite otorgar fondos federales de emergencia para financiar la ayuda a las víctimas. Sin dar cifras exactas, el gobernador Edwards afirmó que “miles” de viviendas quedaron dañadas. También aseguró que los socorristas habían rescatado a centenares de animales.
Las torrenciales lluvias comenzaron el viernes, con precipitaciones que alcanzaron entre 15 y 25 cm en algunas partes del sudeste de Luisiana y el sábado aumentaron, según el organismo de meteorología federal.
La Guardia Nacional de Luisiana afirmó que cerca de 1.700 militares habían sido movilizados ante esta emergencia climática, y su número podría aumentar. La televisión mostró imágenes de áreas residenciales en las que el nivel del agua había subido dejando a los automóviles y casas semisumergidos.
El Servicio Nacional Meteorológico pronosticó que muchas corrientes de pluviales permanecerán este lunes. La agencia siguió alertado sobre las inundaciones, diciendo que en muchas áreas el agua no cederá al menos durante un día más.
El desbordamiento del río Amite provocó inundaciones en varias áreas, incluso sus aguas subieron más que en abril de 1983 cuando se registró su mayor crecimiento, dijo NWS.
La Guardia Nacional de Luisiana reportó que los soldados rescataron - utilizando botes, helicópteros y vehículos altos para agua - a cerca de 500 personas y 61 mascotas en solo 24 horas entre el viernes y el sábado. Uno de los rescates más dramáticos se registró en Baton Rouge y fue capturado en video cuando rescatistas jalaban en un bote a una mujer de un carro que había caído bajo el agua.
“¡Ay Dios mío, me estoy ahogand”, gritó la mujer.
El rescatista brincó a la turbia agua marrón y jaló a la mujer del brazo hacia afuera. Cuando ella trataba de zambullirse para salvar a su perro, el se hundió y reapareció sosteniendo al animal.