La decisión se tomó después de varios meses de dilaciones que enfurecieron a muchos legisladores y plantearon dudas sobre la voluntad real del presidente Donald Trump de enfrentarse a Moscú.
Las medidas se anunciaron en un clima particularmente tenso entre los países occidentales y Rusia, acusada de ser responsable del envenenamiento en Reino Unido del exespía ruso Serguéi Skripal. Las sanciones están dirigidas contra 19 personas y cinco entidades, incluidos el FSB (los servicios federales de seguridad), y el GRU (la agencia de inteligencia militar rusa).
Moscú, que siempre ha negado cualquier interferencia en la elección estadounidense, ya prometió “medidas de represalia” a través de su viceministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Ryabkov, quien vinculó las sanciones a la elección presidencial rusa de este domingo, en las que el presidente Vladimir Putin es favorito.
Según los servicios de inteligencia estadounidenses, el gobierno ruso ha llevado a cabo una operación concertada y planificada para influir en las elecciones presidenciales de 2016 a favor de Trump, incluso mediante el uso de redes sociales y la difusión de “noticias falsas”.
El Congreso estadounidense ya se había pronunciado a favor de tomar sanciones contra Rusia, pero el Tesoro se conformó el 30 de enero con publicar una lista de 200 funcionarios rusos, sin anunciar medidas punitivas inmediatas. La ausencia de sanciones concretas y la mera publicación de una lista plantearon interrogantes sobre su aplicación por parte del gobierno Trump.
Varios de los afectados el jueves fueron inculpados a mediados de febrero en el marco de la investigación del fiscal especial Robert Mueller sobre la interferencia rusa durante la campaña electoral que llevó a Trump a la Casa Blanca.
Las sanciones implican la congelación de los activos de las personas afectadas y la prohibición de que las empresas estadounidenses realicen transacciones con ellos. Las medidas tomadas por el gobierno de Trump también responden a varios ciberataques atribuidos por Estados Unidos a Rusia, incluido un intento de penetrar en el sistema de distribución de energía, dijo un funcionario estadounidense.
Denunciando las “actividades desestabilizadoras” de Rusia, el Tesoro volvió a señalar la responsabilidad de Rusia en el ciberataque NotPetya de junio pasado. Este ataque, que comenzó en Ucrania y Rusia antes de propagarse al resto del mundo afectando a miles de computadoras, golpeó a multinacionales e infraestructura crítica, como el sistema de control del sitio del accidente nuclear de Chernobyl y los puertos de Bombay y Amsterdam.
El Tesoro dijo el jueves que fue “uno de los más destructivos y costosos de la historia”, con afectación en “varios hospitales en Estados Unidos” que no pudieron generar datos electrónicos “durante más de una semana”.
El almirante Mike Rogers, director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), se quejó en febrero ante el Congreso de Estados Unidos de que no se estaba haciendo lo suficiente para contrarrestar los ciberataques rusos.
“Creo que el presidente Putin ha llegado a la conclusión de que no hay riesgo” en llevar a cabo este tipo de acciones, dijo. “No podemos decir que no se ha hecho nada, pero desde mi punto de vista no es suficiente”, agregó.
Según el director de inteligencia nacional Dan Coats, “no hay duda” de que Rusia reutilizará los métodos de 2016 para tratar de influir en las elecciones legislativas de noviembre en Estados Unidos.
Las principales agencias de inteligencia estadounidenses concluyeron el año pasado que Putin había liderado esfuerzos de inteligencia para influir en las presidenciales de 2016 a fin de perjudicar a la demócrata Hillary Clinton y aumentar las posibilidades de Trump.